Vivimos un año de aperturas. Nuevas ideas, nuevos mensajes y acontecimientos que dan señales posibilitadoras de ingreso a una época que podría significar cambios de las estructuras sociales profundas y que se insinúan con fuerza. Lo que requiere la puesta en marcha de las ciencias sociales en debate que permita explicar y orientar el rumbo de las decisiones políticas.
En medio del fárrago de noticias y artículos que abundan en lugares comunes, sumergido en ayuno de proposiciones teóricas para guiar el pensamiento, hacía falta esfuerzos de reflexión interdisciplinar, por ahora sin base analítica común, en torno a las represiones y asesinatos violentos tendientes a socavar las libertades democráticas. La búsqueda de equidad y justicia en una sociedad sin acceso a la justicia, al trabajo y a la cultura en democracia, que tampoco existen.
Este volumen organiza la colaboración poco usual de veintiocho autores para reflexionar y proponer algunas hipótesis que expliquen el proceso social que los editores han denominado Estallido Popular suscitado durante hechos de durísima violencia y muertes entre 2022-2023, consecuencia de las movilizaciones que recorrieron Ayacucho, Apurímac, Cusco, Puno, Arequipa y Moquegua, principalmente.
Las colaboraciones de los científicos sociales comprometidos conforman cuatro partes: 1. Crisis estructural y lucha de clases, 2. Crisis institucional, vacancia y protesta, 3. ¿Revolución democrática? Estallido e identidad y 4. Terruqueo, masacre y memoria. Con un justificado mayor peso y consistencia a las dos primeras pares y un tanto menos a las dos últimas.
Los diferentes enfoques metodológicos matizados con preguntas que buscan explicaciones en torno al carácter de las motivaciones y frustraciones acumuladas durante siglos. No es tarea fácil, pero sin duda constituye la apertura y el ensayo oportuno que abre vías de acceso a través de un conjunto articulado de ideas para darle impulso a las ciencias sociales actualmente adormiladas y alejadas de las aulas. Un camino en busca de rigor y profundización.
El hecho de haber convocado colaboración multidisciplinar es un acierto a todas luces fecundo. Pablo Macera en sus mejores años de investigador proponía este camino sin conseguir concretizarlo; los tiempos no eran propicios. Ya entrado el siglo XXI el mundo científico se mueve desde las ciencias naturales a la biología, la informática y las ingenierías. En este sentido, convocar no solo a historiadores y sociólogos sino a economistas, psicólogos, antropólogos y otros es urgente. Los problemas multiformes y complejos lo reclaman para que las reflexiones sobre política, por ejemplo, conduzcan a decisiones cada vez más cercanas a la realidad a fin de superar el analfabetismo en políticas públicas que padecemos.
Otro aspecto decisivo que asoma en el horizonte es la emergencia de los investigadores jóvenes preocupados en buscar explicaciones sociales y vías de acceso a las decisiones que importan a la coyuntura social. Tal que el concurso de experimentados investigadores y nuevos científicos puedan mostrar facetas cada vez sagaces que no es fácil advertir debido a escotomas creados por la vieja escuela y las ideologías consagradas. Los clásicos aportaron valiosas contribuciones, sin duda, por lo que la búsqueda de nuevos problemas es rendirles homenaje y no quedarse atrapados.
Es el caso de la emergencia e ingreso de “estructuras ocultas” de corta, medina y larga duración y “su ingreso” a la “conciencia”. Ingreso que no es automático y menos aún la existencia de la posibilidad mecánica de lanzarlos a la calle. Volver a la “conciencia posible” planteado con lucidez por Lucien Goldmann hoy a la luz de las neurociencias requiere un mayor rigor interdisciplinar. La decisión de asumir colaboraciones interdisciplinares concretas tiene futuro.
Publicaciones de este tipo, que aparecen cuando la población se alista para protestar, es un esfuerzo innovador no solo por la demanda de los lectores jóvenes sino por la urgencia de impulsar las ciencias sociales para guiar los cambios políticos que demanda la estrategia de un país del siglo XXI. La continuidad de los autores y el interés de los lectores que siempre interactúan animarán el diálogo, el debate y el afinamiento de criterios epistémicos y metodológicos. La búsqueda de una manera de dinamizar el camino que enriquezca las ciencias sociales del medio peruano adormilado y atrapado por las falsas indexaciones.
Hay ausencias como en todo trabajo inicial. Un mayor impulso a la consistencia metodológica, un esfuerzo de coordinación conceptual y el incremento en el análisis de las variables educacionales. Ninguna gesta democrática y de cambio profundo parte de la ignorancia y la ausencia de cuadros formados y con experiencia de liderazgo en el campo. Para no repetir la experiencia de Pedro Castillo ni de los traspiés del alcalde actual.