El filósofo más importante de la actualidad cumple el 21 de septiembre cien años de fecunda, persistente e influyente labor de investigación.
Su indoblegable tarea adquiere vuelo con su doctorado en física matemática y sus estudios de las demás ciencias naturales, para luego dedicarse de lleno a las ciencias sociales y la filosofía científica, mostrándose como un humanista con visión universal.
Su trabajo a lo largo de gran parte del siglo veinte, lo diferencia de otros portentos intelectuales porque ha tenido el acierto de proponer un sistema filosófico cuyos componentes son la ontología, la semántica, epistemología y ética, construidos y organizados con sistematicidad que hacen de su contribución una sinfonía.
Tiene más de 74 libros publicados. En ellos hay hitos como La causalidad (1959) que le abrió un camino grande y promisorio, su Treatise on Basic Philosophy (Tratado de filosofía básica, 1974-1989) en 8 tomos, de los que se han traducido al castellano los 4 primeros. Y, no cabe duda que está atento a este siglo XXI, lo prueban sus recientes libros: Una filosofía realista para el nuevo milenio, Investigación científica: enfoque, método y evaluación, Evaluando filosofías y, From a Scientific Point of View (2018). Los jóvenes que eligen problemas importantes para investigar, necesitan orientación racional, realista y sistémica, encontrarán en ellos un derrotero fiable.
¿El comienzo? Una medida de su talento está en la elección de sus héroes intelectuales justo en el camino final de la secundaria e ingreso a la universidad, ¿quién no los tiene? Solo que en su caso fueron nada menos que a Freud, Marx y Einstein. Y fue Freud el primero en caer de aquel pedestal: es muy conocida sus críticas del psicoanálisis como pseudo ciencia y pseudotecnología, que le han hecho ganar enemigos muy influyentes. Desde la creación y conducción de la Universidad Obrera y su famosa revista Minerva, no se apartó nunca de su vocación social y la docencia universitaria, escenario donde ha defendido la idea y la práctica de que para enseñar es menester investigar.
Estudió filosofía por su cuenta y eligió un maestro imaginario que le dio el siguiente consejo: “Haz tu propio intento. Tu recompensa será hacerlo, tu castigo haberlo hecho”. Ha vivido planteándose retos, dialogando y debatiendo ideas sin enajenarse del impresionante desarrollo científico y tecnológico.
Tempranamente, en el Congreso Iberoamericano de Filosofía de1956, el prominente lógico norteamericano Willar van Orman Quine le hizo un vaticinio que se cumple con exactitud: “la estrella del Congreso…un joven argentino enérgico y articulado…parecía sentir que la carga de llevar a Sudamérica a un nivel científico e intelectual del norte descansaba sobre sus hombros.
Intervino con elocuencia en la discusión de casi todos los papers”. Sus críticas, siempre punzantes, le han hecho ganar adversarios, algunos poco enterados, que le llaman “positivista”.
Sus batallas rutilantes y memorable han sido con científicos y filósofos de primera fila, como lo prueban sus ponencias y libros escritos y editados con rigor, cuya clave radica en su trabajo de análisis y axiomatización para encontrar los agujeros y las inconsistencias y, finalmente, proponer soluciones.
Nunca una crítica por la crítica misma sino constructiva y aportadora, como se puede constatar e sus libros y artículos.
Su participación en los congresos más importantes de ciencia y filosofía están documentados, sus urticantes críticas a Freud y el psicoanálisis, a Heidegger, a Husserl, a Kuhn, a Popper y Habermas, por citar solo algunos, son de antología. Figura en los anales de las ciencias sus demoledoras críticas al premio Nobel John Eccles quien escribió con Popper el famoso libro El yo y su cerebro para defender el dualismo mente cuerpo.
Aquellas críticas son confirmadas cada día por la neurociencia y la psicología científica. Su crítica a Chomsky merecería otro espacio.
Su trabajo no es la del científico de sillón. Se debe a su enfoque, a su acendrada disciplina y solidaridad de investigador interdisciplinar en colaboración con matemáticos, físicos, biólogos, neurocientíficos, psicólogos, sociólogos, politólogos y economistas. No es un sabio solitario, es un ejemplo viviente de responsabilidad académica, profesional y social.