Este 24 de febrero se cumple dos años del fallecimiento de Mario Bunge, el gran filósofo de la ciencia y la tecnología, científico e investigador más prominente de Hispanoamérica, cuya presencia activa animó los debates de interés y actualidad.
Visitó al Perú muchas veces suscitando diálogo y posibilitando un estado de cuestión que permitió mirarnos como país que merece repensar su ciencia, tecnología y humanidades. También hacer más evidente algunas falsas posturas y marginalidades que deberíamos asumirlos con autocrítica sincera.
Investigó y aportó con una filosofía racionalista y realista a la altura de nuestro tiempo y para responder a sus problemas mediante la utilización de un enfoque sistemático distante de la hermenéutica, la fenomenología y el constructivismo. Un enfoque que mira la realidad social desde una cuaterna compuesto por cuatro subsistemas que hacen sinergia: el sistema biopsíquico cuyo núcleo básico está formado por la familia, el sistema cultura cuyo núcleo es el aprendizaje, el sistema político cuyo núcleo es el poder político y el sistema económico cuyo núcleo es la producción. Este enfoque tiene una base axiomática rigurosa que puede ser llevado hasta sus consecuencias tecnológicas como el diseño de políticas sociales que tanta falta hace hoy.
Su aporte a la investigación científica en ciencias sociales aún no ha llegado a los textos de divulgación ni a los manuales universitarios generalmente enclaustrado en sus fueros. El concepto de paradigma, un término muy usado, fue introducido por Thomas Kuhn en uno de los libros más leídos titulado La estructura de las revoluciones científicas (1962).
El libro suscitó gran debate y Margaret Masterman le encontró más de 20 significados distintos al concepto aludido. Para Bunge, crítico del profesor de Harvard, un paradigma o parangón es un cuerpo de conocimientos donde se plantea la problemática y un conjunto de hipótesis sustanciales, finalmente un objetivo y una metódica.
Frente a esta cuestión la pregunta es ¿cuándo hay un cambio de paradigmas o revolución científica? Solo cuando se cambian las hipótesis sustanciales por otras y los problemas, o en ambos casos. De este modo abrió un camino de claridad a la explicación de los cambios en ciencia y tecnología y en el uso apropiado de este concepto.
El Premio Nobel de Fisiología o Medicina John Eccles investigó y trabajó con Karl Popper sobre uno de los problemas de gran actualidad y publicado en un trabajo muy influyente titulado El yo y su cerebro. El XVI congreso mundial de filosofía de Düsseldorf, realizado a finales de agosto e inicio de septiembre de 1978, será recordado como un encuentro interdisciplinar de ciencia y filosofía de gran alcance.
Bunge presentó una ponencia donde desarticuló y desnudó las limitaciones del dualismo psicofísico defendido tenazmente por Popper y Eccles. Sostuvo que las tesis sobre la dualidad mente-cebro no solo es equivocada sino freno del desarrollo científico. De este modo abrió el camino hacia los adelantos de la neurociencia y la psicología científica, poniendo en evidencia que la psicología y la filosofía mantienen estrechas relaciones y al hacerlo promueven la investigación. Sus repercusiones para la educación son de primer orden. Es lamentable que en nuestro medio, los organismos dedicados al aprendizaje demoren en asumir estudios científicos sobre el aprendizaje perdiéndose en lucubraciones ideológicas y conductistas.
Bunge, después de aquella vigorosa ponencia, continuó investigado, como solía hacerlo, en comunicación con los científicos del cerebro. Nuestros castigados y sufridos maestros deben saber que la única manera de superar el lastre enquistado en la burocracia es estudiando el aprendizaje desde la biología, psicología científica y sociología principalmente.
Deben saber que se piensa con el cerebro y que la mente no es una cosa o realidad desprendida y desgajada del cerebro. Que los procesos mentales son procesos neurológicos. Así como ver es función del sistema visual, reflexionar y tomar decisiones son funciones específicas de la corteza prefrontal. Los centros de promoción y desarrollo del aprendizaje olvidan el cerebro reduciendo al aprendizaje a la conducta, adiestramiento y competencias sin contenido.
No olvidar que solamente el cerebro puede pensar. Esta definición disponible en su libro Materia y mente: una investigación filosófica debe ser tomado con un programa futuro sin alarde: “Para todo proceso mental M, existe un proceso N de un sistema cerebral, tal que M=N. De forma equivalente: Para toda función mental F existe un sistema cerebral B que realiza F. Corolario médico: Si B se lesiona o no existe, F se altera o no sucede” (287-288).
Para concluir esta breve nota veamos un aspecto de la pandemia y sus efectos desde el enfoque bungeano. La COVID-19 ha puesto al descubierto no solo las abismales desigualdades de la sociedad peruana, las enormes carencias en ciencia y tecnología para encarar el deterioro de nuestra salud y una razonable cultura científica a fin de salir de la confusión entre ciencia, tecnología y gestión.
Los políticos y los medios no han sabido aclarar las diferencias esenciales entre ciencia y tecnología y sus relaciones pese a la necesidad imperiosa de hacerla. La ciencia busca verdades o mejor dicho una explicación acerca de la naturaleza del virus y su mecanismo de replicación, es decir, conocer para saber la verdad, y aquí todavía no entran las vacunas.
El otro paso decisivo es responder a la pregunta cómo controlar la pandemia, eliminar el virus (en el mejor de los casos) y curar a los enfermos; este paso ya es tecnológico y más precisamente biotecnológico. Se trata de usar las verdades científicas para diseñar, construir y experimentar dispositivos mecánicos denominados vacunas que permitan frenar su mortal expansión.
Otra de tantas diferencias es que los conocimientos científicos, vale decir las teorías, no se compran ni se venden. En cambio, sí se puede vender diseños y prototipos de vacunas debidamente probadas, es decir, patentarlos y producirlos: Un proceso complejo y peliagudo, donde entran a tallar el poder de las grandes industrias farmacéuticas. Esta parte no es noticia para comunicadores que escriben la página de Ciencia y Tecnología (C & T) de los diarios con poder.
Algunas veces se escuchan ingenuidades como la idea de pedir que nos “cedan” las patentes. Por desgracia aquí no acaban nuestras penurias porque ingresamos al negocio de las adquisiciones y finalmente las incompetencias en la aplicación a la población que requieren plan y control eficientes. Esta pequeña reseña nos muestra que tenemos grandes problemas para los que carecemos de laboratorios científicos de biología y química, y de laboratorios biotecnológicos a la altura de los tiempos.
Hicimos varios cursos internacionales de filosofía científica que fueron llevados a libros memorables incluyendo la participación de filósofos y científicos peruanos que aportaron vivacidad y entusiasmo en los debates. No será tiempo perdido la estimulante lectura de algunos títulos que hemos editado con su generoso apoyo: Vigencia de la filosofía, Una filosofía realista para el nuevo milenio, Diálogos urticantes y Filosofía de la tecnología y otros ensayos.
En este sentido la polémica que suscitó su crítica al filósofo nazi Heidegger, a la fenomenología, la hermenéutica y el constructivismo no fue tiempo perdido. La pandemia nos ha permitido entender la monumental verdad que los problemas relativos a los hechos sociales sobrepasan a la hermenéutica de los textos, a la fenomenología del espíritu y al constructivismo pedagógico, puesto que la educación no se hace desde un pupitre y sentado, ni mucho menos consiste en construir conocimientos en los alumnos desde la ignorancia, sino en enseñar a leer, a pensar y a escribir en ciencias para sobre esa base construir una vida y un futuro racional y realista.