Aún estamos en marzo, pero hoy Sergio Ramos cumple 35 abriles, y aunque pareciera estar cada vez más cerca de su retiro, la realidad es que cada año el defensa español vuelve a renacer; incluso los rumores de un futuro traspaso susurran en el viento. Ramos es ese hombre que carga, desde hace mucho con el adjetivo de “sucio”, todo con tal de mantener limpia la defensa “merengue”.
Indiscutible en el once titular del Real Madrid, el español no escatima a la hora de ejercer su título de capitán, convirtiéndose en un segundo técnico, ya sea dentro o fuera del campo, pues las indicaciones a sus compañeros son constantes y sobre todo muy expresivas. Y aún así, quién diría que el tan imponente capitán “madrileño” pasaría a ser solo el “Churu” en la privacidad del camerino.
EN EL SACRIFICIO ETERNO
Siempre al borde del barranco, Ramos parece jugarse la vida en cada cruce, muchas veces sin importarle mancharse las manos, o mejor dicho los pies. El claro ejemplo de que hasta para jugar sucio hay que ser muy inteligente y sobre todo astuto, porque el verdugo que se viste de rojo, se puede atravesar en el camino, y los 90 minutos de diversión se pueden convertir en suplicios.
Sin temor a dejarse flagelar por las tarjetas del árbitro en nombre del equipo, el capitán “madridista” no duda en utilizar toda su humanidad para evitar que el atacante rival llegue ileso al arco. Porque, como dijo una vez el gran Carles Puyol: O pasa el balón o el jugador, pero nunca los dos. Ley no escrita del futbol que Sergio ha hecho respetar a punta de patadas y manotazos cariñosos.
Muchas veces, el defensa español ha sabido salir ileso de sus llamativas entradas al balón, esquivando las sanciones, pero no las acusaciones de favoritismo por la camiseta que carga. Sin embargo, como todo buen artista, Sergio se caracteriza por dejar huella en cada una de sus obras de desastre, y aunque él no suele firmar, su codo suele ser más que suficiente.
¿EL RAMOS DE LA “CACHINA”?
Talvez peque de irrespetuoso, pero me atrevería a decir que Carlos Zambrano es lo más cercano que tenemos a Sergio Ramos, no por la calidad defensiva, ni mucho menos por la experiencia competitiva, sino por la cantidad de “cariños” que ambos suelen repartir, pero con la única diferencia que Sergio “sabe hacerla” y Zambrano, bueno, ya sabemos todos.
En el 2017, el español pisó tierras piuranas como embajador de UNICEF, siendo parte de una comitiva que ayudó a la costa peruana en la superación del desastre que dejó El Niño costero. A pesar de ser cuatro los años transcurridos desde entonces, Sergio no olvida al pueblo peruano, y en más de una vez ha mostrado preocupación por el pueblo incaico, en medio de esta pandemia.
Sergio Ramos, es ese defensa central que vive toreando a los árbitros y corneando a los delanteros, pero sobre todo adueñándose de los tiempos extra en momentos adecuados y de necesidad “merengue”. Un capitán que ha sabido enfrentarse hasta a su propia directiva, siempre en busca de lo mejor para su equipo. Todo un rebelde completamente enamorado de su club, con una aparente adicción a coleccionar tarjetas rojas y amarillas.