Tras la caída de la dictadura militar en 1983 y el triunfo en las urnas del radical Raúl Alfonsín, cada 10 de diciembre en Argentina es un día de celebración. 38 años después, la Plaza de Mayo en Buenos Aires fue el epicentro de un envidiable festival de memoria, lucha, dignidad y amor en el que, luego de cuatro años del neoliberalismo de Macri y dos años de pandemia, el pueblo trabajador volvió a ser el protagonista.
Hubo choripanes, fernet y música en vivo. Una tradición que, como recuerda Página 12, se remonta a los festejos por el bicentenario en 2010, cuando las fechas conmemorativas dejaron de ser solemnes, aburridas y pesadas para convertirse en jornadas con el pueblo en la calle, cantando, bailando y disfrutando de actividades dedicadas a la cultura y el arte.
En esta ocasión, los invitados de honor fueron los expresidentes de Brasil y Uruguay, Luiz Inácio Lula Da Silva y Pepe Mujica.

En su discurso ante las más de 250 mil personas que se congregaron frente a la Casa Rosada, Lula reivindicó el periodo entre 2001 y 2012 como "el mejor para la democracia de nuestra Patria Grande, de nuestra querida América Latina" cuando compartió con "compañeros progresistas, socialistas, humanistas" las presidencias de Argentina (Néstor y Cristina Kirchner), Venezuela (Hugo Chávez), Bolivia (Evo Morales), Uruguay (Tabaré Vázquez y Pepe Mujica), Paraguay (Francisco Lugo), Ecuador (Rafael Correa) y Chile (Michelle Bachelet y Ricardo Lagos).

Fue ahí cuando Cristina se animó a lanzar a Lula, favorito en las encuestas pese a no haber oficializado su candidatura, como el sucesor de Bolsonaro en un contexto en el que los gobiernos progresistas retornan a la región. Kirchner también aprovechó el escenario para volver a hablar del lawfare, herramienta ampliamente utilizada en América Latina para perseguir opositores.
"Cuando éramos más jóvenes los gobiernos nacionales y populares eran desalojados por golpes de Estado, por militares. Esta vez no vinieron con uniformes ni botas; vinieron con togas de jueces y medios hegemónicos para construir imágenes y juzgar primero en los medios. Se condena en los medios y se le pone el sello en la justicia", sentenció.
Argentina atraviesa en estos días negociaciones claves con el Fondo Monetario Internacional para retrasar la devolución de la deuda de 44 mil millones de dólares que tomó el expresidente Mauricio Macri en 2018 y que sirvió para financiar la fuga de capitales.
En ese sentido, la vicepresidenta pidió que el FMI "ayude a recuperar los dólares de los paraísos fiscales, donde se han ido miles de millones" y propuso que cada dólar encontrado en el exterior sirva para pagar la deuda. Asimismo, la también exmandataria advirtió públicamente a su compañero, el presidente Alberto Fernández, que "no se va a aprobar ningún plan que no permita la recuperación económica".

Alberto, en tanto, le respondió con el pueblo de testigo: "Tranquila, Cristina (...) No se negociará nada que signifique poner en riesgo el crecimiento y el desarrollo social del país". "No esperen que me pare en otro lado. (El gobierno) va a cumplir con las obligaciones que asumieron otros. Pero el día que esas obligaciones las tomemos nosotros no será a costa de la educación pública, salud pública, salarios ni jubilaciones. La Argentina del ajuste es historia", prometió Fernández.

El jefe de Estado también recordó que "la democracia es no olvidar a los genocidas y a los que nos endeudaron" y reconoció que su país "hoy es un símbolo de derechos humanos en todo el mundo".
La fiesta denominada "Democracia para siempre" coincidió con el Día Internacional de los Derechos Humanos y con la reciente designación del país como presidente del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas por primera vez en su historia.
