Disculpen a los amigos, pero no es de un " machismo ", de una " Homofobia " o de un " racismo " del brasileño. La inmensa mayoría de los votantes del candidato del Partido Social Liberal no es machista, racista, homofóbica ni defiende la tortura. La mayoría de ellos ni siquiera es Bolsonarista.
El Bolsonaro salió de aquí, del campo de la izquierda. Surgió de nuestra incapacidad para hacer la autocrítica necesaria. Surgió de la negativa a hablar con el otro lado. Surgió de la insistencia en la acción estratégica en detrimento de la acción comunicativa, lo que nos llevó a demonizar, sin tratar de entender, a los que piensan y sienten de modo diferente.
Es incluso lo que estamos haciendo ahora. Mi Facebook y mi whatsapp están llenos de ataques a los "fascistas", a los que tienen "manos llenas de sangre", que son "machistas", "homofóbicos", "racistas". sólo que el votante medio Bolsonaro no es nada de eso ni se identifica con esas lacras. Las mujeres votaron más por Bolsonaro que por Haddad. Los negros votaron más por Bolsonaro que por Haddad. Una gran cantidad de gays votó por Bolsonaro. Amigos, estamos fallando el objetivo.
El problema no es el votante de Bolsonaro. Somos nosotros, del gran campo de la izquierda. El votante no votó por Bolsonaro porque dijo cosas detestables. Votó por Bolsonaro a pesar de eso. El voto en el Bolsonaro, no nos engañemos, no fue el voto a la derecha: fue el voto anti, fue el voto anti, fue el voto anti. En la cabeza de mucha gente (aquí y en los E.E.U.U. en las últimas elecciones), el sistema, la corrupción y la izquierda están su voto aquí fue el mismo voto que eligió a Trump allí. Y los pecados de la izquierda son los pecados de la izquierda de aquí.
El Bolsonaro tuvo los votos que tuvo porque evitamos, a toda costa, mirar nuestros errores y cambiar la forma de hacer política. Nos quedamos atrapados en nombres intocables, incluso cuando demostraron su falibilidad. Adoptamos el método más podrido de conquistar la mayoría en el congreso y en las asambleas legislativas, por haber preferido el poder a la virtud. Corrompimos los medios de comunicación con anuncios de empresas estatales hasta el punto en que han pasado a depender del estado. Y, no todas las voces críticas dentro de la izquierda.