Los retrocesos políticos habidos en América Latina tienen, como uno de sus actores principales, a los más poderosos medios de comunicación del área que son: Clarín de Argentina, Globo de Brasil, Televisa de México y Cisneros de Venezuela.
Su compromiso es con los grandes intereses económicos y no con la población y mucho menos con la verdad. Ponen sin ningún rubor, al servicio de los pocos que tienen mucho, su decisiva capacidad de alienación.
Hoy “la convergencia tecnológica y la lógica corporativa contemporánea se amalgaman para propiciar la concentración mediática.” Y logran, entre otras cosas, crear un relato de la realidad que no solo no la refleja, sino que, además, está destinado a que parte significativa de los ciudadanos terminen creyendo que aquellos gobiernos que mejoraron sus condiciones de vida, en realidad los estaban perjudicando.
Esta semana hubo un paro general en Argentina y dicha situación estuvo ausente en las primeras planas de Clarín.
En algunos casos las deformaciones de la realidad son efectivas, en otras resultan definitivamente idiotas como en este último ejemplo.
En un excelente análisis de esta situación recomendamos leer: Poder mediático y político Los 4 grandes grupos de comunicación en América Latina Publicado en Bernardo Díaz Nosty, director, Tendencias 07. Medios de Comunicación. El escenario iberoamericano. Editorial Ariel y Fundación Telefónica, Madrid, 2007, pp. 371-376. Raúl Trejo Delarbre Investigador en el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM / Noviembre de 2007.
Allí nos cuentan que, en 2006, hubo pequeña una manifestación en un distrito modesto de la ciudad brasilera de Sao Paulo, con una consigna: “Desconéctese de la televisión”.
La idea era impulsar proyectos educativos que avanzaran sobre la pobre calidad de lo que ese medio de comunicación ofrecía. De allí surgieron una serie de estimulantes actividades sociales: deportes en los parques, “espectáculos con temas alusivos a los medios, funciones de cine, paseos, conciertos y lecturas en voz alta”.
“Un mes antes, en México, la aprobación de las reformas a las leyes de Telecomunicaciones y Radiodifusión, suscitaron un enfrentamiento político en donde se manifestaron la fuerte influencia que los consorcios de la televisión tienen sobre las decisiones del Congreso y el gobierno”.
A partir de entonces esta actitud crítica se extendió a toda América Latina. Impulsar dicha conciencia crítica es el mayor deber de la hora actual.
“A los medios ya no se les mira solo como instrumentos para difundir mensajes y mucho menos como ajenos a los litigios políticos y culturales que cruzan a nuestras sociedades sino como actores con agendas, inclinaciones y apremios que no necesariamente coinciden con el interés de sus públicos. En todo el mundo se extiende la sensación de que los medios, especialmente cuando agrupan gran poder comunicacional en pocas empresas, se encuentran en condiciones de atropellar derechos de otros sectores de la sociedad sin que existan suficientes contrapesos ante esa progresiva influencia”.