El papa Francisco, fallecido esta mañana a los 88 años, pronunció ayer su último mensaje público durante la tradicional bendición Urbi et Orbi en la Plaza de San Pedro, en una emotiva Pascua marcada por su delicado estado de salud y un contundente llamado a la paz y la esperanza.
En silla de ruedas y visiblemente debilitado, el Sumo Pontífice se asomó a la logia central de la Basílica de San Pedro para saludar personalmente a los más de 35 mil fieles congregados, pronunciando con voz débil: “Queridos hermanos y hermanas, ¡feliz Pascua!”.
Aunque la lectura íntegra del mensaje fue delegada a monseñor Diego Ravelli debido a sus dificultades respiratorias, Francisco quiso estar presente hasta el final, recorriendo la plaza en papamóvil y saludando a los peregrinos.
El mensaje, preparado por el propio Papa, recogió los temas centrales de su pontificado. Francisco proclamó que la resurrección de Jesús es el fundamento de la esperanza y que “el amor venció al odio. La luz venció a las tinieblas. La verdad venció a la mentira. El perdón venció a la venganza”. Subrayó que, aunque el mal persiste en la historia, “ya no tiene dominio sobre quien acoge la gracia de este día”.
Francisco dirigió palabras de consuelo a quienes sufren, asegurando que “sus gritos silenciosos han sido escuchados, sus lágrimas han sido recogidas, ¡ni una sola se ha perdido!”. Insistió en que la esperanza cristiana no es evasiva, sino comprometida y responsable, y llamó a todos a ser “peregrinos de esperanza, testigos de la victoria del Amor”.
Llamamiento global por la paz y la libertad
El papa dedicó buena parte de su mensaje a la paz mundial, denunciando los numerosos conflictos activos, la violencia familiar, el desprecio a los más débiles y el drama de los migrantes. Reclamó el cese del fuego en Gaza, la liberación de los rehenes y ayuda humanitaria urgente para los afectados por la guerra, así como la reconciliación en Ucrania, Armenia, Azerbaiyán, el Sahel, Myanmar y varias regiones africanas.
Uno de los pasajes más destacados fue su defensa de la libertad religiosa como condición indispensable para la paz: “No puede haber paz sin libertad de religión, libertad de pensamiento, libertad de expresión y respeto por las opiniones de los demás”. Criticó el antisemitismo creciente y los ataques a civiles, escuelas y hospitales, recordando que “no podemos olvidar que lo que está en la mira no es un mero objetivo, sino personas con un alma y una dignidad”.
El Papa también hizo un llamado a los líderes políticos a “no ceder a la lógica del miedo que aísla, sino a usar los recursos disponibles para ayudar a los necesitados, combatir el hambre y promover iniciativas que impulsen el desarrollo. Estas son las ‘armas’ de la paz: las que construyen el futuro, en lugar de sembrar muerte”.
El adiós de un pontífice dedicado a la paz y la inclusión
Francisco, primer Papa latinoamericano, deja un legado marcado por la defensa de los más pobres y marginados, la promoción de la inclusión, la preocupación por el medioambiente y la búsqueda incansable de la paz.
Con su partida, la Iglesia entra en período de sede vacante. El mundo católico despide a un líder que, hasta su último aliento, apostó por la vida, la dignidad humana y la paz entre los pueblos.