Somos un país fracturado, un país donde los extremos se parecen y se odian. Somos un país donde matan a los manifestantes, un país donde se incendian y revientan locales del Estado.
“¿Tiene solución el Perú?”, se pregunta César Hildebrandt en su última columna de este año que aparece en su revista. Se responde: “No lo sé. Lo que sí sé es que ningún intento serio de arreglarnos como sociedad podrá venir de la izquierda sectaria o de la derecha avezada”.
Hildebrandt apuesta por “la moderación audaz, las reformas profundas, el orden compatible con la justicia social. Pero eso requiere líderes ilustrados y respetables”. Ahí está el problema. Sostiene: “Necesitamos un gobierno de centroizquierda que enfrente la desigualdad y cambie la Constitución-Jaula que nos impusieron en 1993”.
Sinesio López afirma que lo que ocurrió en el país fue un golpe del Congreso que “ha dado origen a un gobierno autoritario en el que quien funge de presidente es títere de la ultraderecha y de los poderes fácticos: los medios oligopólicos, los grandes empresarios y las Fuerzas Armadas”.
Es verdad; pero también hay que decir Castillo incumplió todas sus promesas electorales y al final quiso imitar a Fujimori cuando estaba totalmente cercado de evidencias de actos de corrupción. Su rotundo fracaso derivó en un gobierno cívico-militar que dispara a matar a los manifestantes con la idea equivocada de frenar los reclamos. Los más de 20 asesinatos generan espanto en el mundo y silencio en la gran prensa del país que aplaude a Dina Boluarte.
No hay aún un acercamiento al diálogo en este país de infortunios. Pero sí el anuncio de dirigentes sociales de la macrorregión sur de que el 4 de enero se reiniciarán las protestas para exigir: cierre del Congreso, renuncia de Dina Boluarte, adelanto de las elecciones para el 2023, convocatoria de una Asamblea Constituyente, libertad de Castillo. Además, alistan una marcha de los cuatro suyos. Dina, ¿y el diálogo?
Sinesio López explica que estamos en una coyuntura crítica que “tiene la virtud de sacar a luz los problemas estructurales que silenciosamente han venido oprimiendo nuestras vidas, de hacernos tomar consciencia del límite intolerable al que han llegado y de transformarnos de espectadores en protagonistas de la historia”.
“¿Hasta cuándo durará esta coyuntura crítica?”, se pregunta Sinesio López y se contesta: “Es difícil saberlo. La de la independencia duró 14 años. La de la guerra con Chile, 4 años. La de la República Aristocrática, 13 años. La de la Revolución Militar, 7 años y la del terrorismo, hiperinflación y golpe de Fujimori, 10 años”.
Somos un país fracturado, dijimos. Ayudaría alejarnos de los extremos de ambos lados, de los que meten bala y que los incendian. Apostar por el diálogo con todos los que quieren salir de la crisis sería una ruta. Dina Boluarte conoce a todos. Muchos votaron por la plancha que integró y los que no votaron por ella ahora la aplauden. No debe esperar que el 4 empiece su caída definitiva.