La “Señora K” sí tiene poder. Si no fuera por ella, Chávarry hace rato estaría fuera de la Fiscalía.
La aprobación de Keiko está mordiendo polvo, pero su poder sigue fuerte y ella quiere más. Maneja el Congreso a su gusto y manda a punta de “telefonazos”.
Úrsula Letona le teme, Rosa Bartra también. Daniel Salaverry, aprista en sus tiempos mozos, quiso abrirse camino, pero Keiko alzó la mano y lo detuvo como una gata a un roedor cautivo que soñaba con su libertad.
Es muy probable que Chávarry le tema. Hace unos días, el exprocurador Julio Arbizu me dijo:
“Lo que creo que es que Chávarry debe querer irse, y es el fujimorismo el que se lo impide. Cualquiera en su posición hubiera renunciado hace rato, pero Fuerza Número Uno sabe que su salida representa un riesgo muy grande para sus intereses”.
Es cierto: el fujimorismo lo protege para que este blinde a Keiko y al resto. Joaquín Ramírez está en la lista.
Es muy posible que Chávarry quisiera estar ya fuera de todo esto y regar su jardín por las tardes, como cualquiera. Pero está comprometido hasta el cuello, según una fiscal valiente, con “Los Cuellos Blancos del Puerto”.
Chávarry sabe tanto como Hinostroza, tanto como Walter Ríos. Los tres están cocidos con el mismo hilo naranja.
Alberto Quintanilla tiene razón: solo la calle podrá frenar al fujimorismo.