Acaba de llegarme este libro. Acaba de llagarme al corazón, porque acabo de leerlo. Me hubiera gustado también que lo hubiese leído Charito, esposa de Helio Ramos Peltroche, el autor; pero ella ya no está en estas tierras del infortunio.
Charito insistía en que Helio cambiara y publicara ya estas historias reales que habían salido en varios órganos de prensa; pero el piurano no le hacía caso. Sin embargo, ya cumplió Helio con este libro de nueve crónicas y seguramente Charito debe estar feliz, lejos, tal vez, cerca de este lugar.
A Helio Ramos Peltroche lo conozco muy bien. Es muy sentimental y no sabe cómo salir de los laberintos emocionales; pero va aprendiendo. Le gusta la poesía y creo que uno de sus sueños juveniles era escribir como el Verástegui de los mejores tiempos.
En política es como el centrodelantero que espera que le llegue la pelota para concretar el tanto, alguien que apuesta siempre por las causas justas.
Es muy malo jugando con la pelota; pero, cuando juega con las palabras se esfuerza más y puede hilvanarlas de tal modo que hasta puede publicar un libro. Este libro, por ejemplo, que debió salir hace mucho tiempo, en aquellos tiempos en que Charito insistía para que se publicara.
La hechura de “Gauguin en la avenida Emancipación” tiene sus raíces en la lectura de la novela “El paraíso en la otra esquina” de un escritor cuyo nombre no quiero mencionar para no manchar mi nota.
A Helio le interesaron mucho Flora Tristán y su nieto, el maldito del pincel. Después de un tiempo, todavía con la novela en el recuerdo, Helio encontró en una librería de viejo un libro con bocetos del diplomático francés Léonce Angrand, y uno de esos trazos era la Casa de los Gallos, que pertenecía a los Tristán.
Otro hito para escribir la crónica fue el libro de José Gálvez “Las calles de Lima”, texto en el que hay una descripción minuciosa de todas las calles y casonas del centro de la ciudad. Así, después de un trabajo de arqueología urbana, cotejar datos, ubicó la casa de la historia en la cuadra dos de la avenida Emancipación del centro de Lima y empezó a escribir la crónica. La casa es la misma que Gauguin describe en sus diarios, donde el pintor maldito pasó su primera infancia, desde 1849 a 1854.
Charito conocía el texto que fue publicado en su versión inicial en el “Dominical” de “El Comercio” y reclamaba que debía salir en un libro. Pero Helio no se apuraba y se arrepintió en el alma cuando su compañera de toda la vida emprendió el rumbo hacia otra dimensión el 9 de diciembre del 2018. Helio cayó a un hoyo profundo, tan profundo que, a veces, piensa que aún no toca fondo. Escribir este libro fue también una forma de salir para cumplir con su amada a quien ama más que nunca.