Al cumplirse un año del gobierno de Pedro Castillo en medio de los escándalos de corrupción que envuelven a su entorno directo, es claro que, de producirse la sindicación directa y corroborada a su persona, de parte de alguno de los investigados, el presidente deberá renunciar al cargo o dejar servida la mesa de la vacancia al calamitoso Congreso de la República, dominado por las más oscuras fuerzas de la degradación moral y política de estos tiempos; así como asumir las consecuencias penales con todo el rigor de las leyes punitivas que corresponda, en eso hay que ser implacables, como lo hemos venido sosteniendo en distintas entrevistas y columnas anteriores.
Lo que hay, objetivamente, hasta el momento de redactar esta columna es un conjunto de dichos que aún no han sido convertidos en hechos, como dice jurídicamente su abogado defensor Benji Espinoza. Así, en un principio el convicto y asaltante de pizzerías, Zamir Villaverde, dijo que Bruno Pacheco le había dicho que Karelim López, la conocida aportante a los cócteles del fujimorismo, le habría dicho que ella le habría entregado dinero al presidente; sin embargo, esto fue contradicho por César Nakasaki, el abogado de López. Luego, el mismo prontuariado Villaverde refirió que le había dado “100 mil de los grandes” al exministro de Transportes Juan Silva, y “50 para Castillo”; pero ninguno de ellos sindica directamente ni muestra prueba alguna contra el mandatario. En medio de esos dichos (que ya parecen un juego de palabras) y el estado actual de las investigaciones, aún no se conoce de las declaraciones y elementos de convicción que estaría aportando Bruno Pacheco; todo lo demás son estruendosas e inevitables presunciones políticas, que por supuesto ponen en tela de juicio la integridad moral del presidente, motivadas por la mayor ferocidad mediática, e impulsadas por el irrefrenable deseo de vacancia y la angurria de poder de conocido sector golpista que buscó vacarlo desde el primer instante de conocidos los resultados electorales.
Obviamente que el pirañoso entorno de Pedro Castillo le ha dado en la yema del gusto a ese sector, que ahora espera la caída del presidente con las fauces abiertas. Actor central en este drama nacional es el de la Fiscalía de la Nación que por primera vez en la historia republicana ha decidido investigar a un presidente en ejercicio por delitos comunes, a diferencia de lo ocurrido en las últimas décadas, donde, si actuaba con el mismo celo, hubiese ahorrado tantísimos dolores al país investigando a Alberto Fujimori, por ejemplo, cuando Susana Huguchi denunció el robo de las donaciones del Japón, y cuando se denunció la criminal desaparición de los estudiantes de La Cantuta o el sanguinario ametrallamiento de quince personas en Barrios Altos.
Por supuesto que, a la fiscal de la Nación de entonces, Blanca Nélida Colán, jamás se le ocurrió allanar las oficinas de Palacio de Gobierno ni del Servicio de Inteligencia para encontrar las pruebas de esos delitos, ni los millones de dólares con que el exasesor del dictador aceitaba allí a los altos funcionarios públicos del Estado, políticos, empresarios y periodistas de los grandes medios de comunicación. Qué iba a investigar si las resoluciones judiciales se redactaban en esas oficinas del oscuro poder y a los jueces y fiscales los designaba la misma dictadura, mientras los grandes medios de comunicación aplaudían con la más servil obsecuencia.
De igual o parecido modo ocurrió durante los dos gobiernos de Alan García, en que el Poder Judicial y el Ministerio Público eran copados casi totalmente por los apristas y éstos ya sabían lo que debían hacer; como cuando en su segundo mandato se perdieron 4USB conteniendo cerca de 20 mil audios de pruebas de la corrupción en el caso de los “Petroaudios”. La Fiscalía de la Nación entonces era desempeñada por Gladys Echaíz, al mismo tiempo esposa de Flavio Núñez, el excandidato aprista a la alcaldía de Chiclayo. Ella es también la actual congresista y hasta hace poco afanosa candidata a presidir el Parlamento, con el sueño dorado de convertirse en la primera mujer presidenta de la República en caso de ser vacados Dina Boluarte y Pedro Castillo.
Pues bien, los peruanos debemos alegrarnos de que la Fiscalía de la Nación, en la persona de Patricia Benavides, su actual titular, haya afirmado su vocación de que “los actos corruptos del poder sean sancionados”, lo cual es digno de aplauso; sin embargo, no deja de causar enorme preocupación que haya removido del cargo a Bersabeth Revilla, impecable Fiscal Suprema que investigaba a su hermana Emma Benavides, nada más que por cobrar sobornos para liberar narcotraficantes de alto vuelo cuando se desempeñaba como jueza superior de Lima. Si a Pedro Castillo se le ha abierto investigación fiscal por delito de obstrucción a la justicia, por cambiar al exministro Mariano Gonzales, que había conformado un equipo especial de apoyo policial al Ministerio Público ¿Es de esperarse también que a la Fiscal de la Nación se le investigue ahora por obstrucción, al cambiar ella misma a la fiscal Revilla que investigaba rigurosamente a su hermana por delitos tan graves? Veremos si la ley es igual para todos.
En este oscuro y cada vez más lóbrego panorama judicial y político para Castillo que estamos analizando, muchos se preguntan: ¿Y por qué no reacciona la ciudadanía y no acude a las raleadas marchas convocadas forzadamente por los vacadores? Pues, porque en medio de la centenaria precariedad laboral que la mantiene ocupada buscándose los frijoles y el pan nuestro de cada día, la población siente que mientras la investigación y eventual responsabilidad de Castillo tiene la proporción de cuatro pirañas que no sirven ni para robar, la representada en el Congreso y que busca a troche y moche la vacancia, esconde a la insaciable jauría de tiburones provenientes de las mafias políticas de los 80 y 90 que saquearon al Perú. Solo dos botones de muestra: allí está Martha Moyano en la Mesa Directiva de ese poder del Estado, puesta en ese lugar obviamente como representante de su bancada por órdenes de Keiko Fujimori; y en esa mesa estuvo hasta hace poco Patricia Chirinos, ligada a las mafias criminales de Chim Pum Callao, agrupación aliada de Alan García en los tiempos de Alex Kouri.
Los lobbies, obstruccionismo, prepotencia, aprovechamiento del cargo, negocios de la educación, blindajes, impunidad, bicameralidad forzada, reelección y demás perlas ya tienen hasta lo coronilla a la población y a punto de estallar en incontenible ira popular. Con ocasión de la celebración del Aniversario Patrio hemos presenciado la prepotencia, ferocidad y aparatoso estilo de pandilla con que la derecha política trató de impedir la lectura protocolar del discurso de Pedro Castillo del 28 de julio, con estridentes gritos, insultos, y hasta lumpenescas mentadas de madre; acusándolo de estar fuera de la realidad por el simple hecho de sostener, entre otras cosas, que el crecimiento del Perú en el primer semestre del año ha sido de 3.5%, superando el 2.5% proyectado originalmente (y basado en cifras oficiales del BCR, a cargo del neoliberal Julio Velarde); lo cual es evidentemente poco, pero es lo que el modelo económico que ellos defienden permite en tiempos de grave crisis internacional. En ese estruendoso bochinche los mueve el afán mezquino de querer y hacer aparecer a la fuerza una economía apocalíptica para lograr apoyo social tras su propósito de vacancia. Ocultan que la economía del Perú es parte de la economía mundial, y esta no es de la mejor en estos meses. Allí está la de Estados Unidos donde el PBI ha caído en 0.9% por segundo semestre consecutivo en el presente año, y la inflación de junio ya va por el 9,1%. A los pandilleros de marras debemos recordarles que por menos bochinche fue suspendida Martha Chávez en el 2011 por 120 días.
Y, por si algo faltaba, hasta un condenable acto de violación sexual a una trabajadora se ha producido en las últimas horas, por parte del congresista Freddy Díaz, hasta entonces presidente de la comisión encargada de seleccionar al Defensor del Pueblo, y también presidente de la comisión de presupuesto, en circunstancias en que hizo dormir bebiendo licor a su víctima en las instalaciones de local del jirón Azángaro de Lima. Hecho que evidencia el tipo de prácticas con que muchos o algunos envilecen a ese poder del Estado, dando rienda suelta a sus bajos instintos y sórdida voluptuosidad, en las propias instalaciones y aprovechándose del poder de mando que ejercen sobre una humilde trabajadora (tal vez haya otros casos no denunciados por temor a perder el trabajo, naturalmente). Por eso la ciudadanía siente como acto del peor cinismo, esa expresión infulosa y manida de “la majestad del Congreso”, con que algunos parlamentarios inician sus mal leídos y vacíos discursos.
Si a Pedro Castillo lo han pretendido vacar en dos ocasiones y van preparando la tercera moción acusándolo, entre otros hechos, de nombrar ministros cuestionables, ¿a quién debemos vacar ahora por poner en la lista parlamentaria de Junín al violador Fredy Díaz para que sea elegido congresista? ¿O, a quien debemos vacar por elegirlo presidente de las comisiones de selección para nombrar al Defensor del Pueblo y de presupuesto? Usted tiene la palabra, estimado lector. Lo cierto es que esa violación a la humilde trabajadora es también un vil ultraje moral a todas las mujeres del Perú: madres, hijas, jóvenes y ancianas; al haber sido cometido por un “representante de la Nación”, y en plenas celebraciones del Aniversario Patrio. Obviamente que la prensa vacadora y celestina ha minimizado el hecho y no le hada grandes portadas, como hubiese sucedido si la condenable acción proviniese de algún miembro del Ejecutivo ¿Algo peor que eso debemos continuar permitiendo? El mundo entero nos observa con estupor y vergüenza.
Lo puntual y concreto es que estamos ante el triste y oprobioso espectáculo donde la degradación moral y política busca vacar a la presunta incapacidad moral. De volver a la vida los grandes teóricos de la Ética, como Aristóteles, Kant, Baruch Spinoza, David Hume o Jurgen Habermas, se retorcerían el cerebro, revolverían el hígado, y no lograrían entender la ignominiosa degradación moral de la clase política que nos ha tocado padecer; la población sana de este país en cambio sí sabrá qué hacer llegado el momento del desenlace que los congresistas de la derecha están afanosamente propiciando. Dios los encuentre confesados.