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Este artículo es de hace 6 años

Mira cómo se ponen

La columna de Alejandro Alba
Alejandro Alba

Esta semana, el feminismo recobró vital importancia. No es que durante este tiempo haya permanecido en silencio, sino que esta semana, se marcó un antes y un después en la admirable e incansable lucha de las mujeres.

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Sucedió en Argentina. El martes 11 por la noche cerca de un centenar de actrices convocó a una conferencia de prensa para exponer y respaldar la denuncia radicada en Nicaragua que presentó la joven actriz Thelma Fardin contra el exgalán de telenovelas, Juan Darthés. Ambos eran compañeros en la exitosa serie juvenil “Patito Feo”. Tan exitosa que emprendieron una gira por toda Latinoamérica. Es precisamente en Nicaragua, en el 2009, cuando lejos de los flashes y la avasallante fama de un grupo de actores de no más de 20 años, sucedía lo desgracia: Darthés, de 45 años, violó salvajemente a Fardín, de 16 años. Hoy, 9 años después, la actriz dejó de callar.

El efecto causado por esta denuncia fue brutal. Argentina se conmocionó y el mundo se hizo eco de esto. Salió en la BBC, en el New York Times, en la CNN y hasta en los noticieros peruanos no muy acostumbrados a mostrar este tipo de denuncias internacionales, salvo cuando suceden en Estados Unidos.

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La noticia no era para menos. Thelma juntó valentía y denunció el terrible episodio que trató de olvidar para poder continuar con su vida. Thelma habló en nombre de las mujeres sabiendo el masivo rechazo que sus palabras podrían generar. Pero no le importó. Lo hizo igual.

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Y con ello llegaron repudiables cuestionamientos.

“Seguro lo provocó”, “¿Por qué no habló antes?”, “Lo hace porque quiere prensa”, “Estaba muy maquillada cuando denunció”, “¿Cuándo van a dejar de joder estas feminazis?”.

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Cuestionamientos que bien podrían ser rescatados de una publicación en un medio peruano. De hecho, son rescatados de una publicación en un medio peruano. Las frases expuestas fueron comentarios en la publicación que hizo El Comercio sobre este tema.

¿Por qué la mujer se convierte automáticamente responsable de lo que le pase? ¿Por qué nunca se puede confiar en la palabra de una mujer? ¿Por qué los medios censuran los rostros de los abusadores pero no de las víctimas? ¿Por qué resulta tan difícil poner una denuncia de género en una comisaría? ¿Por qué para la opinión pública la mujer que denuncia se convierte automáticamente en la villana y el hombre abusador en una pobre víctima?

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Ah, pero cuando una mujer llega al límite de morir quemada en un transporte público o es arrastrada por las escaleras, ahí recién todos se golpean el pecho y exigen pena de muerte para el desgraciado.

Hace poco, una tripulante de Latam denunció que Moisés Mamani la manoseó. La semana pasada la congresista Paloma Noceda denunció a su colega Luis López por lo mismo. Esta semana la exparlamentaria Susy Díaz denunció que un congresista intentó violarla.

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Aplaudo estos actos.

Mujer, es importante denunciar. No importa si lo haces al instante o después de un tiempo. Es entendible que temas las represalias, la exposición o la vergüenza. Tómate tu tiempo, pero denuncia. Ahora más que nunca tenemos el deber de acompañar a las mujeres en esta lucha.

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“Mira cómo me pones”, dicen los violadores. Hoy ellas dicen “Mira cómo nos ponemos”.

Por más Thelmas, Palomas, Susys y mujeres que no callan y quedan en el anonimato. Mira cómo se ponen.

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Esta es una columna
El análisis y las expresiones vertidas son propias de su autor/a y no necesariamente reflejan el punto de vista de EL PERFIL
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Alejandro Alba Editor multiplataforma de EL PERFIL
Licenciado por la Universidad de Palermo (Buenos Aires, Argentina). Interesado en política nacional e internacional y comprometido con los derechos...
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