No tenemos expresidentes que resaltar. Ni siquiera exmandatarios que rescatar. Votamos por Ollanta Humala por su hoja de ruta y ahora es una anécdota que no sabe cómo salir de sus enredos judiciales; votamos por PPK, quien ahora busca que le hagan reportajes para que dé pena en las pantallas; votamos por Castillo que quiso tener plata convirtiendo a su cuñada en amiga de empresarios frágiles con ganas tener millones sin trabajar.
Votamos por Humala, por PPK y por Castillo para evitar el narcoestado, para que no saliera Keiko y no volvieran a gobernar su padre Fujimori y su tío Montesinos. El fujimorismo, en sus diversas versiones, ha estado y está aún en el centro de la política y esto es nuestra tragedia en el Perú, que va a cumplir 201 años de independencia.
Yo no me arrepiento de haber votado por Castillo. Él nos salvó de Keiko. Pero ahora necesitamos que alguien nos salve de Castillo. ¿Pero existe alguien que pueda gobernar este país?
El diagnóstico de Manuel González Prada sobre el país sería el mismo. Basadre confirmaría sus aproximaciones. Mariátegui combatiría a los que usan hoy su nombre para llenarse los bolsillos.
Somos un país que no sabe de unidad. Estamos gobernados por los peores. Somos un país que no aprende, que vuelve siempre a sus problemas. Somos un país del infortunio. Más de 200 años y los ofidios tipo López Aliaga siguen soñando con llegar al poder y vender-regalar todo para quedarse con la coima.
Los ofidios tipo López Aliaga gobiernan este país desde el Congreso, cambian la Constitución a su antojo, hacen lo que quieren porque la ciudadanía está dormida o jugando en “tictoc”.
Una forma de celebrar estas fiestas sería exigiendo que el farsante Castillo y los congresistas se vayan. Castillo y los congresistas juegan a pared. Los congresistas no quieren vacarlo porque ellos tendrían que irse también.