PRIMERA: Hay coincidencia general en que el Perú profundo y olvidado ha hecho sentir su voz de indignación y protesta, votando por la candidatura de izquierda popular que representa Pedro Castillo, indignación que se veía venir en cualquier momento, dada la grave crisis sanitaria que se ha llevado la preciosa vida de más de 140 mil peruanos, la mayor parte de estos por falta de atención médica y de oxígeno medicinal para poder salvarse.
SEGUNDA: La irrupción inusitada de dicho candidato, ha constituido un baño de agua fría para la clase política, muchos de los cuales se preguntaron recién: ¿y este quién es? ¿de dónde salió? y ¿cómo es que no lo vimos? Desconocimiento que es consecuencia del olvido y desdén antes aludidos, ya que Castillo estuvo en Lima liderando la masiva huelga de un sector de maestros del 2017, que colmó la Plaza San Martín por varios días en efervescentes manifestaciones gremiales, pero luego ningunearon su existencia; creyendo en la imposibilidad de que un maestro de escuela rural logre el salto cualitativo que hoy ha puesto en jaque a los dueños del poder.
TERCERA: Si el voto de Castillo es de indignación, el de Keiko es del miedo que busca la protección de “mano dura”, pero que ha perdido el sentido de lo digno, porque no se le revuelve el estómago al desear en el solio presidencial a quien está acusada de liderar una organización criminal y lavar plata oscura de la corrupción; haber sumido al país en la peor crisis política en los últimos tiempos desde el Congreso disuelto, ni, mucho menos, el pasado criminal y corrupto del gobierno dictatorial de su padre al que ella representa, y ha prometido indultar, al haber sido su primera dama.
CUARTA: Es necesario reconocer que, si bien la candidatura de Castillo es producto de la indignación, también es cierto que ha despertado el temor de muchos sectores democráticos por sus antecedentes ideológicos, así como por rumores y sospechas de supuesta vinculación con el Movadef; por lo que corresponderá a él y a su entorno despejar toda duda al respecto. Por lo pronto, ha dicho que es absurda tal vinculación, ya que es integrante de las rondas campesinas y estas han combatido a SL. Es pertinente agregar aquí que, conocidos primeros resultados, no se la ha oído palabra ni expresión exaltada, violentista o cosa que se le parezca; todo lo contrario: previo al desayuno electoral, y alrededor de su humilde mesa (en la que lucían sabrosos choclos, panes y queso serrano, así como una humeante sopa verde cajamarquina), lo hemos visto rezar públicamente cogido de la mano de su esposa, hijos y familiares, lo cual dice de la profunda fe católica que profesa.
QUINTA: Si quiere realmente ganar la segunda vuelta, deberá asumir la gran responsabilidad de lograr consensos y hacer alianzas que le permitan sumar votos y el apoyo necesario, flexibilizando razonablemente sus planteamientos maximalistas para hacerlos viables, sin abdicar de lo fundamental que es atender las reivindicaciones históricas de las mayorías (a las que muchos ya habían renunciado perdiéndose en lo contrario, y allí tienen los resultados), la recuperación de la soberanía sobre nuestros recursos naturales y la convocatoria a referéndum para una Asamblea Constituyente, y que sea el pueblo el que decida libremente y sin imposición alguna.
SEXTA: Deberá hacer acopio de realismo para entender que mucho de su crecimiento inicial en esta campaña se debió a la cobertura de algunos medios, como una estrategia de quitarle votos a Verónika Mendoza, aunque después cobró fuerza propia y ya no lo pudieron detener. Sin embargo, este es otro escenario y aquellos que lo popularizaron son los mismos que hoy lo terruquean, por lo que su contra estrategia deberá apuntar a inspirar confianza si desea ganar la segunda vuelta; de lo contrario, veremos a la acusada Keiko Sofía Fujimori entrar a Palacio de Gobierno el próximo 28 de julio.
SÉPTIMA: Para nosotros, lo principal en esta crucial etapa es evitarle esa cruel deshonra al país, usando todos los medios democráticos y constitucionales, porque nuestro más elemental sentido ético no concibe que una expresidiaria y hoy acusada de graves delitos en organización criminal sea la presidenta del Bicentenario, consagrándonos como el más vergonzoso y vil reino de la impunidad. Si dos presidentes fueron vacados por incapacidad moral, al tener investigación preliminar por eventuales coimas, poner ahora en el gobierno a una acusada por lavado de activos, para quien el valiente fiscal José Domingo Pérez ha pedido 30 años de cárcel, en una sólida acusación de más de 15 mil páginas, constituiría el vejamen más grande de nuestra vida republicana, que no lo podemos permitir; bajo apercibimiento de ser nosotros los acusados de complicidad, degeneración y cobardía en el juicio implacable de la historia a que nos someterán las nuevas generaciones.