En el Perú es difícil aburrirse y si hablamos de política, ni qué decir. A estas alturas del partido, todo es sorpresivo: empezando por la anulación del indulto a Alberto Fujimori, ante lo cual las lágrimas de la Señora K -señalada en una reciente encuesta como la persona más corrupta del país, superando al mismísimo Alan Garcíarevelan que es muy mala aspirante a actriz.
La anulación del indulto a Fujimori padre, que es expresión de justicia, coincidió con el debate congresal sobre la no reelección inmediata de los congresistas. La bancada naranja cambió subrepticiamente en la madrugada el término "congresistas" por el de "parlamentarios", barnizando de ese modo su real intención: que los actuales 130 congresistas sí puedan postular a la reelección el 2021, ya sea como diputados o senadores, mientras que la norma de no reelección de parlamentarios se aplicaría recién a partir del 2026.
Queda claro que el fujimorismo no soltará prenda, y buscará afianzar su manejo de varios poderes del Estado: Legislativo, Judicial y Ministerio Público, además de su presencia en la ONPE y el Jurado Nacional de Elecciones.
Decididos a sacarle la vuelta a la posición del presidente Vizcarra, expresada en cuatro reformas y en un mecanismo de consulta popular y participación ciudadana, el referéndum; después de haberse negado en todos los tonos, los fujimoristas, apoyados por amigos de ruta dentro del Congreso, parecen dispuestos a aceptar las reformas, pero tras asegurar que sus 130 miembros sí podrán postular el 2021. O sea, tendríamos un referéndum trucho al haberse desnaturalizado el sentido de la reforma propuesta.
La pregunta clave: ¿El presidente Vizcarra tendrá el temple necesario para evitar que se burlen del clamor popular? Si actúa con energía continuará teniendo el apoyo ciudadano; en caso contrario, lo irá perdiendo poco a poco. La Señora K y sus súbditos estarán al acecho, esperando vacarlo.
