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Trump y la geopolítica en un mundo multipolar

Asistimos a un modo de hacer política desde la prepotencia como una táctica para suavizar al interlocutor a fin de sacarle el máximo provecho en las negociaciones.
Lucas Lavado

¿Cómo describir al ciudadano Donald Trump presidente de la primera potencia mundial en el nuevo escenario geopolítico y los desafíos actuales? No es posible desde los cánones habituales de la diplomacia y la política agotadas en las formas como lo ha delatado una entrevista reciente a un diplomático peruano. 

Por desgracia, tampoco desde las ciencias sociales y la filosofía que, anegadas en los recovecos de la posmodernidad, se secaron defendiendo las “verdades consensuadas” que han decaído tan pronto. 

Ocurrió como ocurre toda moda. Los promotores del “relato” están desnudos porque las verdades radicales mueven los cimientos de un mundo multipolar. El notable Habermas no deja de tener razón cuando admite a medias que su teoría ya no es herramienta para abordar estas realidades. 

Trump ha provocado calambres poniendo al descubierto las ostensibles ausencias de liderazgo europeo en aquel escenario que antaño convocaba al pensamiento, a la acción y a los valores.  No queda sino recordar que Thales, Aristóteles, Platón, Kant, Hegel, Marx, Descartes y una pléyade de pensadores trazaron un camino para mantener un largo período de consistencia creativa. 

La Europa creadora de las ideas de democracia, libertad, fraternidad está enferma de seguidismo de rebaño y sometido a la política imperialista. Esta realidad tiene que convocar la autocrítica y la acción inmediata que no serán posibles desde la molicie y la mediocridad instaladasen la política europea. Menos cuando aquel inexorable declive es correlativo a la política del imperio que tiene que vérselas con otras grandes potencias.  

El nuevo orden mundial está marcado por los cambios profundos donde le toca a la geopolítica hacer el camino por una ruta inédita.  Europa oscila entre la Escila de comprar gas a Rusia o la Caribdis de adquirir el gas delos Estados Unidos a un precio mayor que el mercado mundial gracias al temor europeo fabricado desde antes de guerra contra Rusia. 

El imperio del norte hace sentir su fuerza abiertamente, sin disimulos, que el mundo no termina de digerir. Por suerte emerge algo nuevo: los medios alternativos. Al fin, liderado por jóvenes que se remangan para procesar la información y el debate, acaparada por los medios tradicionales caducados. Y frente a los reflectores,las amenazas desembozadas del presidente norteamericano se están convirtiendo rápidamente en un estilo y una política que de tanto insistir devendrá inocuo. 

Luego del triunfo de Rusia en la guerra contra Ucrania, ya comenzó el desplazamiento del poderoso ejército norteamericano en Groenlandia, el reforzamiento de su política en Canadá y su muestra de su poderío sobre el Canal de Panamá. 

Los Estados Unidos asegura también su patio trasero, queda por ver los problemas con México y Brasil y el despertar de Cuba. De este modo, desde el Canal de Panamá, se desplazan hacia el norte los grande problemas y debates geopolíticos.

Y se puede ver a futuro una emergencia arrolladora de los BRICS liderada por Rusia, China e Irán con una vitalidad imparable. Lo que permite completar esquemáticamente un mundo realmente complicado que merece, eso sí, una óptica sistemática que no admite fragmentación teórica ni práctica unilateral y aislada.

Asistimos a un modo de hacer política desde la prepotencia como una táctica para suavizar al interlocutor a fin de sacarle el máximo provecho en las negociaciones. Los aranceles utilizados como el garrote es posible observar en las negociaciones con Canadá y México rompiendo los cánones diplomáticos comentados con mansedumbre y apatía por diplomáticos de oficio. Una diplomacia que requiere reinventarse si quiere servir mejor a un mundo en transe y dejar de parasitar. 

Trump ha puesto en acción el imperio del poder puro y duro sin oposición. Con este mismo estilo ha prescindido de Europa y de Selensky para sostener negociaciones con Vladimir Putin para poner fin a la guerra en Ucrania lo antes posible.  

Hay un claro oscuro matizado con exabruptos en la promesa de ocupar Gaza desplazando a dos mil palestinos de sus tierras. Esto podría significarle un revés histórico porque pretende eliminar un problema eliminando a la población que ha luchado por sus tierras. 

Se puede jugar con las menudas y grandes políticas, pero con la historia no es poca cosa y es peor si no se conoce la historia. Lo de Gaza es un caso que permite observar agujeros o incongruencias y otros despropósitos que violan la racionalidad lógica y práctica. Veremos.

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Esta es una columna
El análisis y las expresiones vertidas son propias de su autor/a y no necesariamente reflejan el punto de vista de EL PERFIL
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Colaborador de EL PERFIL
Profesor en Filosofía y Ciencias Sociales. Magíster en Docencia Universitaria y Doctor en Ciencias de la Educación. Ha editado más de 400 títulos.