Hace algunos meses, cuando George Forsyth era el alcalde La Victoria caminaba, dicen los que lo conocen, pero caminaba pisando huevos. Los flashes de los reporteros gráficos y reflectores de los estudios de televisión lo habían convertido en un querubín artificial y de sonrisa amañada.
Su sucesor, Luis Alberto Gutiérrez Salvatierra, ayacuchano de nacimiento y victoriano por convicción, en cambio, camina por cerros, terrales y calles desheredadas y sin asfaltar. No en vano le dicen "el alcalde caminante". Los vecinos van viendo la diferencia.
Gutiérrez Salvatierra en su camino encontró obras hechas a la ligera y sin orden de servicios, tal como se pudo constatar en el municipio. El lactáreo –espacio para que las madres lactantes amamanten a sus críos—fue construido a pasos forzados y faltando pocas horas para que Forsyth, el Gringo o Ken como también le llaman renuncie a la alcaldía. Quería despedirse inaugurando pequeñas obras, aunque para ello no cumpla con el debido proceso de contratación. Hoy, el lactáreo es un elefante blanco construido en medio del Parque Indoamérica de Gamarra y sólo sirve para obstaculizar el tránsito peatonal.

El "alcalde caminante" también encontró en su camino que la mayoría de los fiscalizadores y los serenos eran bribones. No tuvo reparos en cambiar desde el más alto funcionario hasta el más humilde uniformado. Los contribuyentes no deben tenerle miedo a la autoridad; sino respeto.
Gutiérrez Salvatierra ya no cuenta con un ejército de más de 2 mil hombres como tuvo Forsyth gracias a su padrino "el presidente Vizcarra". Apenas tiene 650 efectivos, 21 unidades de serenazgo, 36 motos lineales y 147 cámaras de video vigilancia y, sin embargo, la sensación de seguridad ha ido incrementándose, a pesar de que la Policía Nacional, por problemas internos, ha descuidado su función. Más de 34 mil intervenciones vinculadas a casos de accidentes de trabajo, violencia familiar y delitos contra la vida, el cuerpo y la salud, además de robos al paso hablan del incesante quehacer municipal.

El "alcalde caminante", dicen los vecinos, no es abusivo. No necesita andar con 12 guardaespaldas. Camina solo o acompañado de su chofer. A este hombre, especializado en la construcción de catres y camarotes de madera, los "achoraos" le dicen: "Habla, barrio". El alcalde caminante anda por las zonas más picantes como Pedro por su casa. Él, es del barrio; el Gringo, no, dicen los lugareños.
Salvatierra, como lo conocen, también se ha comprometido con la erradicación de la violencia machista. Su gestión ha impulsado la creación del "Escuadrón Violeta", un grupo de mujeres, que han sido víctimas de violencia, quienes acompañan, informan y asesoran a otras victorianas maltratadas. Estas valientes servidoras fueron capacitadas por profesionales de instituciones reconocidas como CHS Alternativo, el Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán, el Centro de Emergencia Mujer, la Comisión de Justicia y Género del Palacio de Justicia, entre otros, y en talleres de autoestima y de defensa personal.

El "alcalde caminante" podrá comer cebiche, mazamorra morada y arroz con mariscos; pero no se olvida de su tierra. En Ayacucho aprendió a amar a las plantas. Los parques de La Victoria son su obsesión. Hace unas semanas dijo a los vecinos: "Convertiré los 75 parques de La Victoria en los parques más hermosos de Lima". Efectivamente en estos primeros cien días se ha logrado recuperar más de 21 mil metros cuadrados de áreas verdes además de la rehabilitación y el resembrado incesante de parques, calles y bermas. Al parecer, el verde es su color favorito.
El nuevo alcalde encontró en su camino a Gamarra agonizante. Bajo el rótulo de la pandemia la enclaustraron y le cerraron sus puertas mientras que los centros comerciales chilenos hacían su negocio. "No vengan a La Victoria", coreada hasta el cansancio por el ciudadano Forsyth fue el detonante para que La Victoria sea considerada como una ciudad apestada. El "alcalde caminante" en su afán por revertir esta calamitosa situación instruyó a sus funcionarios para sacar a este complejo comercial e industrial de la Unidad de Cuidados Intensivos. Se dispuso, como nunca, la apertura de este centro comercial desde las 8 de la mañana y se lanzó un agresivo programa denominado "Cómprale a Gamarra, valoremos lo nuestro". Se otorgó, asimismo, gracias a la campaña "Licencia en 24 horas" más de 2 mil autorizaciones. Las ventas crecieron y la confianza, también.
A pesar de la COVID-19, que trajo muertos y desconsuelo en cientos de familias victorianas y de la astronómica deuda de 620 millones de soles que tiene el corporativo municipal, el "alcalde caminante" no pierde la fe, al igual que sus vecinos. El nivel de recaudación tributaria no ha decrecido y la confianza de la gente se mantiene en pie.

La gran avenida Bausate y Meza, desde Paseo de La República hasta la avenida México con una inversión de más de 15 millones de soles acaba de ser habilitada. La comuna entregó al vecindario 21,000 metros cuadrados de pistas; 4 mil 500 metros cuadrados de ciclovía y 14 mil metros cuadrados de veredas.
Al igual que esta obra se pueden apreciar varios proyectos de renovación urbana, algunos ejecutados y otros en marcha como en el jirón La Mar, Obreros, 12 de Octubre, Parque Virgen de Fátima, la Casa de la Juventud, el Refugio de Mujeres Maltratadas, el Parque César López y el local comunal de cuatro pisos del asentamiento humano Cerro El Pino donde se viene ejecutando con éxito el programa social "Piso Digno" en beneficio de las familias más pobres de la zona.

En materia ambulatoria, el alcalde optó por el diálogo y la formalización gradual. En coordinación con los empresarios inmobiliarios se ofrece al comerciante informal a precios simbólicos su incorporación vía stand en galerías y mercados. Hasta el momento más de mil informales han dejado la calle.
Para el "alcalde caminante", no se cansa a pesar de sus 69 años y está comprometido a cambiar a La Victoria. "Para mí, caminar y atender al vecindario no es un trabajo; sino mi deber y es un placer hacerlo", dijo una vez que subió al Cerro San Cosme. En verdad, se cansan los que no tienen sueños ni ideales.