El periodista César Hildebrandt, en su última columna Matices, hace un diagnóstico lapidario del periodismo del país. Pregunta: “¿Cuándo se fregó el periodismo peruano?” Responde: “Nadie sabe. Nadie quiere saberlo”.
Casi nadie se salva de su crítica realista, ni lo que se publica ni los que publican en las redes sociales. Señala: “Lo que es cierto es que la prensa peruana, en general, da pena”.
Explica: “Da pena cuando se la lee porque ha renunciado a todo lo que la había hecho importante: el estilo, la búsqueda, la originalidad, el acabado. Sí: la prensa fue alguna vez un arte, un oficio de artesanos, el borrador de la historia, como le gustaba decir a Phil Graham. Por eso es que la literatura y el periodismo estuvieron atados y por eso es que Hemingway o Valdelomar cabalgaron en ambos caballos y amaron esa dualidad. Como Vargas Llosa o García Márquez. Como Mariátegui o Gramsci. Como Umbral o Capote. Como tantos otros”.
Hildebrandt sostiene que la prensa peruana está en manos sucias y el afán por la verdad ha dejado de existir; pero que esto no lo hará claudicar y que el asunto es seguir luchando, sabiendo que, por ahora, la batalla está perdida. “Y luchar supone seguir pisando callos”, dice en la última edición de “Hildebrandt en sus Trece”, semanario que dirige.
Señala que miente que da miedo la prensa que hoy manejan los contadores y los que organizan las preventas. “Miente cuando nos dice que la economía se recuperará pronto, que el neoliberalismo es la única puerta digna de ser tocada, que la Constitución de Fujimori es ley mosaica. Miente cuando nos dice que la clase media que creó el consumo de los últimos años es firme y duradera”.
Sostiene que tenemos la prensa que merecemos y que empezamos ya a acostumbrarnos al presidente Francisco Sagasti, “ese fantasma de la ópera que es especialista en fingir que está allí cuando la verdad es que no está en ninguna parte”.
“Si el periodismo peruano dio vergüenza el día de la conferencia de prensa, el señor Sagasti se empeñó en repetir esa imagen elusiva de quien se presenta para disimular que está al mando. Y lo cierto es que el señor presidente no dijo nada importante ni anunció nada significativo y ni siquiera absolvió las preguntas apenas inteligibles que le formularon”, señala.