El Jurado Nacional de Elecciones (JNE) aceptó esta mañana la declinación del cuestionado Luis Arce Córdova y decidió suspenderlo de su cargo en el pleno de la dicha institución. El JNE también rechazó las falsas imputaciones de Arce y pidió a la Junta de Fiscales nombrar su reemplazo de acuerdo con las normas.
Es claro para todos que la renuncia de Arce forma parte de la ofensiva mafiosa emprendida contra la institucionalidad democrática por la acusada Keiko Fujimori, dejando sin quórum a la máxima entidad electoral, buscando retardar indefinidamente la proclamación del ganador de la segunda vuelta electoral, con el objetivo de provocar un desborde social de imprevisibles consecuencias, sumiendo al país en una lamentable confrontación, anarquía y violencia; de lo cual ella sería la única y exclusiva responsable.
Dado el carácter irrenunciable del cargo, Arce ha optado por denominar “declinación” a su ilegal renuncia, para escabullir la eventual responsabilidad penal por omisión de funciones, así como la acusación constitucional e inhabilitación hasta por diez años que le espera, por la sucia afrenta que ha proferido a la Nación, exponiéndola al grave peligro de inestabilidad y desgobierno, traicionando el valioso encargo que la sociedad le ha encomendado. Esto recuerda una vez más, el riesgo que significa tener al fujimorismo arraigado en todas las instancias del Estado, desde hace más de veinte años (como el susodicho, que empezó su carrera judicial en los años 90 en que la justicia estaba intervenida por la dupla Fujimori-Montesinos), y que ahora dan el zarpazo alevoso en momentos críticos como los que vivimos.
Por el contenido patético y altisonante de su carta de renuncia, es evidente que Arce pretende sumarse a la narrativa fujimorista de persecución, con la cual busca anticiparse a la destitución que merecería por parte de la Junta Nacional de Justicia por sus públicos nexos con César Hinostroza y los “Cuellos Blancos del Puerto”, así como por las investigaciones que tiene en su contra por el delito de enriquecimiento ilícito. Es evidente que ha escogido el momento propicio para buscar impunidad sirviendo, a la vez, de torpedo fujimorista contra la línea de flotación del sistema electoral y nuestra endeble embarcación democrática.