Un juez peruano incorpora en su sentencia -de terminación anticipada- un código QR que permite a las partes verificar los incidentes de la audiencia y las obligaciones a las que se comprometen las partes. La primicia de Legis.pe remeció esta semana nuestro anquilosado Poder Judicial debido al uso de la realidad aumentada, en la parte procesal de una contienda judicial.
La iniciativa del magistrado Walther Huayllani Choquepuma, del Juzgado de Investigación Preparatoria Supraprovincial de Lima, supone una preocupación por mejorar el aletargado y analógico sistema justicial peruano, empleando una herramienta básica como los códigos QR (siglas de Quick Response Barcode, cuya traducción literal es “código de respuesta rápida”).
Este código bidimensional suele almacenar información en una matriz de puntos. Creado por la compañía japonesa Denso Wave en 1994, este sistema de almacenamiento de contenidos tiene como característica principal tres recuadros ubicados en sus esquinas, diseñados para un escaneo rápido de la información.
Entre las ventajas se cuenta el aumento del tráfico de los objetos de búsqueda; la conexión a las personas con contenido multimedia digital; difundir ofertas y promociones encriptadas en los supermercados; fichas de inscripción, páginas de bienvenida o aterrizaje web. Su interfaz tiene una alta velocidad de lectura que une un contenido físico con otro virtual: textos, URL de páginas web, SMS o número de teléfonos.
Los usos son múltiples. Gracias al QR podemos acceder al WhatsApp Web en el ordenador. Los periódicos permiten al lector acceder a la sesión completa de fotos de la modelo de moda, al listín cinematográfico o al tráiler de la película. Las aplicaciones de los cinemas te envían el QR para que puedas ingresar a la sala y reclamar tu combo de canchita y soda.
Los currículos vitae y tarjetas personales suelen derivarte a Wikipedia. Las portadas de CDs nos permiten ver a los músicos cantando o cómics donde los personajes hablan.
En los restaurantes, puedes conocer el menú o platos a las cartas del día. El Parque de las Leyendas también nos permite conocer más de sus engreídos, solo basta con escanearlos para acceder incluso a la dieta que deben guardar. Los museos y galerías no pueden escapar tampoco a su influencia.
La folletería suele trasladar a sus seguidores directamente a la web o redes sociales de la empresa. Las lápidas en algunos cementerios nos conducen a videos muy sentidos que rememora la vida del occiso. Botellas, camisetas o joyerías también usan el QR.
Quienes predecían la muerte del QR, se anticiparon demasiado. Estos falsos pronósticos les han restado credibilidad a los agoreros de la tecnología, pues los códigos QR están omnipresentes, qué duda caben.
Su practicidad nos lleva a poder revisar los presupuestos nacionales. En Buenos Aires, todo establecimiento comercial presenta en sus escaparates estos códigos bidimensionales con la situación tributaria. Algunos países se han atrevido a acuñar monedas con un QR, por ejemplo.
La burocracia, nacional e internacional, busca salidas con esta tecnología ser expeditivos en los engorrosos trámites y llevar a buen puerto la justicia. Hagamos que la justicia sea realidad… aumentada.