Hace 200 años, en Incaraccay, mi pueblo hermoso de Cangallo (Ayacucho), nació el rebelde Basilio Auqui Huaytalla, quien luchó por el proceso de nuestra independencia que aún no concluye.
Hoy, con la presencia de la ministra de Cultura, Gisela Ortiz, en Cangallo, se develará un monumento a la memoria del valiente. Este gran personaje aparece en mi novela “El jinete en la hora” sobre la cual hablaremos esta tarde Jesús Raymundo y yo, en la feria del libro de San Isidro. Se será motivo para rendirle un homenaje al jinete Basilio Auqui Huaytalla.
¿Quién es Basilio Auqui Huaytalla?
Los ejércitos regulares de la Independencia no hubieran podido alcanzar sus objetivos sin la participación del pueblo a caballo, que se organizó desde abajo para ofrecer a sus hijos valientes a fin de luchar por la libertad.
Entre 1780 y 1819, «las masas populares formadas por indígenas, negros, mestizos y gentes pobres dieron su respaldo a la iniciativa de los criollos, porque vieron en el español un enemigo común».
En Cangallo, surgió un jinete de los bravos, un morochuco sin freno, audaz, inteligente, de esos que parecen haber nacido como siamés de un caballo. Se llamó Basilio Auqui Huaytalla, y se convirtió en el jefe de los morochucos por su valentía y luchó con creatividad contra los realistas armados.
Hacia 1815 era ya el indiscutible líder de los cangallinos que usaban chullos, gorros con orejas, tejidos con lana blanca y marrón oscuro. El 7 de octubre de 1814 participó, junto con José Mariano Alvarado y Valentín Munarriz, en el primer grito de la Independencia en Cangallo y firmaron un acta solemne con sangre de sus venas, después de vencer a las tropas españolas encabezadas por Mariano Ricafort y José Carratalá. Basilio Auqui Huaytalla no se durmió en sus laureles, siguió peleando incluso después de la venganza española contra los cangallinos que dejó muchos muertos el infausto 18 de enero de 1822. Basilio Auqui Huaytalla, después de ese aciago suceso, venció nuevamente a los españoles en Chuschi y continuó su lucha hasta que, en febrero de ese año, fue apresado y fusilado.
El historiador Max Aguirre Cárdenas, quizás el más grande estudioso de la vida de Basilio Auqui Huaytalla, considera que la historia de este hombre aún está en hechura y que su ejemplo y su influencia se extiende por todo el Perú, aunque, como en todo, hay detractores de su vigencia y su legado.
Sostiene que Basilio Auqui Huaytalla nació en Incaraccay el 18 de febrero de 1750, cuando Incaraccay se llamaba Incabamba, que significa ‘lugar del inca’, donde había una especie de fortaleza de piedra, un rumi wasi, con estilo arquitectónico del imperio, que se manejaba desde el Cusco.
Con el tiempo, Incabamba pasó a llamarse Incaraccay, es decir, un lugar donde las propiedades del inca quedaron en ruinas. Hoy, este pueblo le rinde homenaje a este gran cangallino, a este gran peruano.