Luego de más de tres meses desde la paralización de actividades, los centros comerciales reabren sus puertas en algunas regiones del país, siguiendo los protocolos de bioseguridad para evitar el contagio del coronavirus.
Esta reapertura se da como parte de la Fase 2 de la llamada reactivación económica y ante un posible aumento de casos, jóvenes muestran su preocupación, pues temen contagiarse al reiniciar sus labores.
“Prefiero ir caminando que en el bus”, indicó una asesora de ventas de una tienda por departamento. Ella, al igual que sus compañeros, reiniciaron sus actividades en el Mall Aventura de Santa Anita. La asesora se enteró el miércoles pasado que empezará a trabajar hoy, pero esta vez con un horario distinto, trabajará más horas en su jornada.
Sin embargo, eso no es su mayor temor. “Mi padre tiene diabetes y mi madre es la que más se preocupa, ella está en busca de dos mamelucos”, reveló la joven. En su hogar, donde vive con sus padres, deberá seguir los pasos de desinfección, que encontró en internet. Además, invertirá más tiempo, pues aparte de caminar 15 minutos, deberá cuidarse de la delincuencia. “Ese camino es desolado, ahora más porque estamos en cuarentena y mi mamá es quien me acompañará”, sostuvo la joven.
En el cono norte, en una tienda de comida rápida ubicada en el patio de comidas, el servicio delivery o recojo en tienda inició hace un par de días. Y un joven, quien trabaja en el rubro de atención al cliente, le teme a una alta demanda de personas al abrirse el centro comercial.
“Soy quien entrego los pedidos y al tener más clientes, me expongo más que mis otros compañeros” dijo el colaborador. Él conoce la importancia de la higiene. Antes de la cuarentena, seguía el lavado de manos, la limpieza, la desinfección, tal cual le indicaban, y ahora estas medidas son más estrictas.
“A parte de cuidar a mi familia, tengo que cuidar más a los clientes porque ellos consumen lo que preparamos” indicó el joven.
“No podemos hablar con nadie que no sea el jefe y respetando el metro de distancia, sino nos pueden despedir” anunció otro trabajador, quien labora en el almacén de una tienda por departamento. Él ya tiene listo su medio de transporte, su bicicleta. Y aunque, sus compañeros le han indicado la nueva forma de operar, el prefiere cuidarse el doble y hasta trabajará con dos mascarillas puestas.
“Tengo a mis abuelos aún vivos y no quiero que algún descuido mío resulte una tragedia” sostuvo el joven, quien vive con ellos en el distrito de Los Olivos.
Su mochila pesará más de lo habitual, pues llevará su cambio de ropa y todos los implementos que le entrego la empresa para su cuidado. “Al ir y regresar a mi casa, la bicicleta y la ropa los desinfectaré, los dejaré en un pequeño cuarto que tengo antes de llegar a la sala”, indicó el joven.
En estos días, el cuidado de nuestra salud se ha convertido en nuestra prioridad, pero en el hogar, también, hay otras necesidades que van de la mano, el trabajo y el dinero.
Al igual que estos jóvenes, hay muchos otros quienes optan por seguir laborando y aunque seguirán los protocolos que exigen sus centros de labores, esto no les garantiza ser inmunes al contagio.