Son contadísimos los altos cargos de alguna institución estatal que hayan hecho cosas significativas para la cultura del país. Ese es el caso del periodista arequipeño Pedro Cateriano Delgado, quien falleció el último martes a los 84 años. Fue en 1979 cuando el compromiso de don Pedro con las letras peruanas arrojó su primer germen: la creación del Premio Copé, considerado por muchísimas figuras como uno de los certámenes literarios más importantes del Perú.
Hace algunos calendarios, en una entrevista con el medio periodístico Lima Gris, el señor Cateriano dijo que, luego de leer a Jorge Luis Borges, se obsesionó con la idea de crear un concurso de cuentos. Como gerente de Relaciones Públicas de Petroperú, se convirtió en el artífice de la aparición del Premio Copé, cuya primera edición convocó a más de 600 participantes y tuvo como ganador al liróforo Wáshington Delgado en la categoría de cuento. Así, el Premio Copé marcó un antes y un después en la literatura nacional.
Nadie puede pasar por alto que, además, don Pedro fue el único jurado permanente del certamen en 39 participaciones: desde la primera hasta la del 2019. En todas esas ediciones su trabajo fue impecable, no solo como calificador, sino también como parte de la organización. El gestor cultural también sintió la necesidad que la competencia llegue a más espectros de la creación narrativa: insistió en que se le incluyesen las categorías de poesía, ensayo y novela.
Desde luego, su aporte a las letras no se estancó en un certamen literario. Él hizo poesía, producto de esa experiencia son los poemarios “Más amigo de Platón” (1979), “Secretamente metafísico” (1992), entre otros. A pesar de ello, don Pedro será recordado por permitir que las plumas más talentosas de esta tierra encontraran en el Premio Copé el merecido reconocimiento que no le dieron otros espacios. Si no es así, pregúntenle a Eduardo González Viaña, Julio Ortega o Rocío Silva-Santisteban. La lista es larga, porsiaca.