Se acostumbra a creer que el reporterismo de guerra es un campo donde las periodistas no pueden desenvolverse. Con vasta evidencia, “Mujeres en conflictos”, libro de Christiane Félip Vidal que inaugura la colección Invasoras de Cocodrilo ediciones, desenmascara este estereotipo tan arraigado en el periodismo y que se ha reproducido hasta en manuales periodísticos.
En el prólogo, el historiador del periodismo Juan Gargurevich expone la invisibilidad que han sufrido las reporteras a lo largo de la historia: el “Manual del periodista. El repórter y las noticias”, texto clave para los periodistas de los años cincuenta, en sus casi 500 páginas “apenas dedica una, rara para entonces, a la intervención de las mujeres en el periodismo norteamericano” (p. 15). A continuación, Gargurevich coincide con la tesis que expone la autora en la introducción: el mapa de reporteras es más amplio de lo que se pensaba.
Este libro condensa las experiencias de cuatro reporteras: Patricia Castro Obando, María Luisa Martínez, Mariana Sánchez Aizcorbe y Mónica Seoane; y dos fotorreporteras: Vera Lentz y Morgana Vargas Llosa. Ellas cubrieron conflictos bélicos en el Perú, el Oriente Medio, Bosnia, Kosovo, Afganistán, Irak, Israel, Palestina y algunos países de Centroamérica.
A pesar de que ocurren en diferentes épocas y lugares, las historias de estas reporteras concentran varios temas en común, en los que destacan sobre todo dos: la muerte y la violencia. Pero estas vivencias no son solo un recuento o forman parte de un anecdotario, Félip Vidal inyecta una mirada personal sobre ellas, lo que deviene en un relato más significativo a la vez que conmovedor.
Los testimonios que la autora recoge proyectan imágenes devastadoras, que hablan por sí solas. De hecho, ella evita el uso indiscriminado de adjetivos para narrar estas escenas violentas. Aquí un caso: “[María Luisa Martínez] conoció el espanto de otros cubriendo la matanza de Accomarca cuando, a los pocos días de la masacre, viajó y entrevistó a una superviviente, una anciana testigo de los hechos y a quien le temblaba la mandíbula” (p. 85).
El trabajo de Félip Vidal oscila entra la crónica y el perfil, dos expresiones del periodismo literario a las que se llega tras una robusta y corroborada documentación y el empleo de técnicas narrativas que pueden apreciarse a lo largo de las casi doscientas páginas de esta publicación. Asimismo, la entrevista como recurso documental ha sido la base del relato.

Este libro no solo exhibe las virtudes que demuestran las mujeres al momento reportear: valentía, entrega y compromiso. También cuenta que algunas de ellas tuvieron que ser “freelance”, lo que significa trabajar con pocos recursos al momento de cubrir una guerra, dormir en malas condiciones, pasar hambre e incluso soportar maltrato físico y psicológico. En la página 184 se lee que el ayatolá Al Hakim despreció a Morgana Vargas Llosa cuando su padre “la presentó como su hija”. A ella esa “experiencia le resultó tremenda, durísima, todo el tiempo, conflictuada”.
La autora ha sido diligente como las reporteras a las que entrevistó, ha sabido reconstruir los hechos que involucran a sus entrevistadas como el contexto en el que se movieron sin dejar de lado a las víctimas de aquellos tiempos sangrientos. Y, aunque se trata de un libro en homenaje (como se señala en el texto introductorio) al trabajo de estas seis valerosas periodistas peruanas, “Mujeres en conflictos” prioriza ofrecer una mirada humana y reflexiva sobre lo que significa el reporterismo de guerra para las mujeres.