En el Festival Internacional de Cine de Guadalajara (FICG) 2024, compite para el prestigioso premio Mezcal la película mexicana “Vergüenza”. Dirigida por Miguel Salgado, antiguo alumno del Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC), esta obra cinematográfica se erige no solo por su contenido impactante, sino también por su contexto de producción, marcado por una década de escritura del guion y un rodaje interrumpido por la pandemia de COVID-19. Siguiendo la estela de crudas representaciones del cine mexicano contemporáneo como “Nuevo Orden”, “La Caja” o “50 (o dos ballenas se encuentran en la playa)”, “Vergüenza” no teme adentrarse en los rincones más oscuros de la naturaleza humana y de la sociedad.
La historia gira en torno a Pedro y Lucio, dos amigos cuya vida cambia drásticamente cuando, de regreso a casa después de una prueba para una academia de béisbol, son secuestrados junto con otras personas y entregados a un grupo criminal. Estos criminales los obligan a pelear a muerte, con el fin de reclutarlos como sicarios. Pedro, enfrentado a su mejor amigo en una lucha a muerte, vence a Lucio y escapa, solo para ser consumido por la culpa y el miedo. La narrativa sigue su tormento mientras divaga entre callar o decirle la verdad a los padres de Lucio, quienes lo acogen ignorando el trágico destino de su hijo.
El conflicto moral que consume a Pedro es el eje central de la película, y Salgado lo explora con una profundidad que atrapa al espectador. La decisión de Pedro de integrarse a la intimidad de la familia de Lucio, ahora resquebrajada por la ausencia del hijo, amplifica la tensión emocional y el peso de su secreto. Este enfoque proporciona una mirada incisiva a la descomposición moral en un contexto donde la violencia es una constante ineludible.
Las actuaciones de Juan Ramón López (Pedro) y Myriam Bravo (Estela, madre de Lucio) son uno de los mayores aciertos de la película. El elenco entrega interpretaciones poderosas y conmovedoras, que reflejan la desesperación y el dolor de sus personajes con una autenticidad que conmueve y perturba. En particular, Myriam Bravo interpreta su papel con una intensidad que trasciende la pantalla, haciendo palpable la angustia y el dilema de haber perdido un hijo. Esta profundidad interpretativa permite que la película resuene más allá de su narrativa, conectando con el público a un nivel visceral y emocional.
El director Miguel Salgado utiliza la crudeza y el realismo para hacer una crítica social actual. Aunque la cinta se filmó años antes de conocerse el lamentable caso de los “jóvenes asesinados en Lagos de Moreno”, refleja las decenas de historias de desaparecidos en México. La violencia no es utilizada como un mero recurso sensacionalista, sino como un reflejo brutal de una realidad donde la corrupción y el crimen organizado desintegran el tejido social. Este retrato de la sociedad mexicana contemporánea se presenta de manera implacable, sin concesiones ni atenuantes, permitiendo que la narrativa actúe como un espejo que refleja una sociedad fragmentada y herida.
Cabe destacar que Myriam Bravo es una actriz icónica para la directora Ángeles Cruz, quien recibió el Premio Maguey en 2024 por su activismo contra la impunidad de los gobernantes y las fuerzas policiales tras los asesinatos que hubo en su población, donde mataron a su hermano.
En comparación con “Nuevo Orden” de Michel Franco, que utiliza una narrativa distópica para abordar la desigualdad y la violencia, “Vergüenza” opta por una representación más directa y realista, lo que aumenta su impacto emocional. Mientras que “Nuevo Orden” emplea una visión futura para ilustrar sus temas, “Vergüenza” se centra en el aquí y ahora, haciendo que su mensaje sea aún más urgente y perturbador. Curiosamente, el actor Fernando Cuautle está presente en ambas películas, siendo Lucio en “Vergüenza”.
La cinematografía de “Vergüenza” es otro de sus puntos fuertes. Con un estilo visual casi documental, la cámara captura cada momento con una inmediatez que aumenta la sensación de realismo. Las imágenes, crudas y sin filtros, contribuyen a la atmósfera opresiva que domina la película. Esta estética visual no solo amplifica el impacto emocional de la historia, sino que también subraya la brutalidad de la violencia y la desesperación de los personajes.
Es importante señalar, sin embargo, que la crudeza extrema y la violencia gráfica de “Vergüenza” pueden resultar abrumadoras para algunos espectadores. La película no ofrece momentos de respiro o esperanza, lo que podría ser visto como una limitación en su narrativa. Pero esta elección estilística es precisamente lo que hace que la película sea tan poderosa y efectiva en su denuncia de la violencia y la culpabilidad del protagonista. La implacabilidad con la que aborda sus temas y la falta de concesiones en su representación de la violencia y el sufrimiento humano refuerzan su mensaje y subrayan la gravedad de la situación que retrata.
“Vergüenza” es un testimonio del talento y la visión de Salgado, así como una poderosa denuncia de las condiciones sociales que permiten que tales horrores ocurran. Es una obra esencial que merece ser vista y debatida por su valentía y su impacto emocional.