El ministro de Educación, Morgan Quero, es un animal político que sufre incontinencia verbal. Es de la misma especie que el abogado Ernesto Blume, quien no tuvo vergüenza en decir por televisión que había exigido a Boluarte que sea más dura con la represión que dejó 49 asesinados por balas policiales y militares.
Quero contestó que “los derechos humanos son para las personas, no para las ratas” cuando la periodista Almendra Ruesta, de “La República”, le preguntó por qué el Gobierno no se había pronunciado sobre los muertos durante las protestas, en el marco del Día Internacional de los Derechos Humanos.
Claro que Quero dijo que no quiso decir lo que oímos, que sacaron sus palabras de contexto, que él se refería a los violadores. La propuesta de la pena muerte para los violadores de niños es la cortina de humo de Boluarte para tapar que ella promulgó leyes cocinadas en el Congreso que abiertamente favorecer al crimen organizado.
Quero es un reincidente. A mediados de este año, trató de justificar la violación de 500 niñas, en su mayoría de la etnia awajún, aduciendo que se trata de “una práctica cultural para ejercer una forma de construcción familiar”. Las niñas habían sido violadas por sus profesores entre el 2010 y 2024, y Quero dijo esa barbaridad y nadie sabe que está haciendo Boluarte sobre el tema.
Boluarte, a pesar de todo, sigue blindando a Quero porque es uno de principales escuderos de una gestión espuria que es la máscara del fujimorismo y sus satélites que trabajan de manera abierta a favor de los delincuentes.
Quero estuvo de blanco en Palacio al lado de Boluarte cuando ella admitió anoche que ella se operó el año pasado y estuvo unos días imposibilitada para ejercer el cargo. Ya debe irse.
Quero es obediente de Boluarte; pero más obediente de Keiko.
