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Este artículo es de hace 2 años

El Congreso ha recibido su "tate quieto" por ahora

El Ejecutivo, pese a la performance de Aníbal Torres en el Hemiciclo, pasa por los momentos más difíciles en que va del año ante el incontenible avance de las investigaciones de la Fiscalía.
Antonio Castillo
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Antonio Castillo
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Colaborador de EL PERFIL
Abogado y analista político. Exintegrante de la Procuraduría Anticorrupción del Perú y exasesor de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, entre otros cargos públicos.

Los acontecimientos de las últimas dos semanas continúan machacándonos el peso de la crisis política que venimos padeciendo, y en algunos aspectos las acciones y ambiciones de sus protagonistas se han revertido cual inesperado bumerang contra ellos mismos. 

Esto, por ejemplo, lo sintió en carne propia el sector prepotente y golpista del Congreso cuando citaron al premier Aníbal Torres para que explique los “llamados a la violencia” que el Ejecutivo estaría haciendo, al convocar a dirigentes sindicales y rondas campesinas a Palacio de Gobierno, y solo lograron que el premier se luzca como ante un grupo de cachimbos de sus incontables cátedras de Introducción al Derecho en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

Torres se dio el lujo de decirles, tácitamente, “muchachitos tontos” a los casi 130 congresistas que solo atinaron a escucharlo pasmados al enrostrarles, videíto en mano, de que muchos de ellos son los que han venido promoviendo la violencia política desde hace buen tiempo en el país. Empezó proyectando las imágenes de grupos vandálicos que coordinaban sobre la necesidad de contar con “doscientos delincuentes” para atentar contra Pedro Castillo, porque “la policía ya no lo puede cuidar”; continuó citando a la propia vicepresidenta del Congreso, Martha Moyano, cuando esta llamaba a los transportistas a bloquear los peajes para generar el caos y desabastecimiento en las ciudades, así como a jactarse de la estrategia multisectorial del fujimorismo para vacar a Pedro Castillo, compuesta por numerosos abogados en el frente judicial, congresistas para formular acusaciones constitucionales, periodistas y grupos de manifestantes vandálicos en las calles.

Ante la mirada atónita de los parlamentarios, Torres mencionó el caso de las conocidas estrategias sanguinarias, como la del Canal Willax, donde el excongresista José Barba Caballero en algún momento hizo un condenable llamado al espeluznante magnicidio, refiriendo que vacar a Castillo no iba a ser tan fácil como vacar a PPK o a Vizcarra, y que, al actual presidente, por ser “comunista”, había que “meterle un lanzallamas” y “arrastrar su cadáver”. También la del congresista y exmarino, Jorge Montoya, cuando sostuvo que la vacancia del presidente iba a “tener su cuota de sangre”; la cual iba de la mano con la criminal arenga de su jefe de partido, el actual candidato a la Municipalidad de Lima, Rafael López Aliaga, cuando en plena plaza pública llamó a dar “muerte a Castillo”. Y, por si algo faltaba, también mencionó a la expresidenta del Congreso, María del Carmen Alva, cuando esta se jactaba de que “las Fuerzas Armadas están con nosotros”, obviamente para reprimir a sangre y fuego cualquier manifestación de apoyo al mandatario cuando llegue el momento de vacarlo.

Es claro que en su matonería y vulgar prepotencia el Congreso le dio Torres la oportunidad no solo de sentirse el legendario conquistador cartaginés Aníbal, a quien el historiador militar Theodore Ayrault llamó alguna vez “El padre de la estrategia”, sino también el entonces cónsul romano Julio César, cuando al cruzar el Rubicón se dirigió al Senado patricio con la conocida locución latina de “Veni, vidi, vici” (Vine, vi y vencí). Con esa intervención en el Hemiciclo el casi octogenario premier de 79 años (de quien diría mi abuela: “más sabe el diablo por viejo que por diablo”) denunció ante el mundo entero, hasta qué punto están dispuestos los afanes golpistas de hundir al país en la barbarie y en el más cruento dolor.

La ambición y angurria de muchos parlamentarios desborda hasta en la expresión más cotidiana y anecdótica, como sucedió con la actual titular del Legislativo, Lady Camones, luego de la presentación del premier, el jueves 18 de agosto último, cuando dejó escapar el lapsus de que ella es “la presidente de la República”. Gracias a Sigmund Freud, el creador del psicoanálisis, ya sabemos que los “lapsus linguae” son aportaciones del subconsciente que muestran los deseos y tentaciones más profundos del individuo.

Del mismo modo con la ya referida expresidenta de ese poder del Estado, María del Carmen Alva, quien se ha zurrado en los acuerdos de su propio partido (de no asumir ningún cargo en la actual legislatura los congresistas que ya los ejercieron en la anterior), para hacerse elegir forzadamente titular de la Comisión de Relaciones Exteriores, despreciando sin rubor alguno a la Comisión de Pueblos Andinos. 

Obviamente que, tratándose de ella, es inevitable preguntarse ¿si la imagen del Perú ante la comunidad internacional estará bien representada, cuando dicha congresista, con la conocida boquita de caramelo que se maneja, trata de “indio de m…” a sus propios correligionarios varones, y de “pe…a” a las mujeres? O, ¿dará un valioso ejemplo internacional de respeto por la institucionalidad y el equilibrio de poderes cuando acostumbra a pregonar de que Pedro Castillo está “cag…do”? 

Juzgue usted amigo lector, y solo tenga en cuenta que ya estamos en el centro de la preocupación internacional de Sudamérica, como lo evidencia el comunicado conjunto emitido en días anteriores por México, Ecuador, Argentina y Bolivia, llamando fortalecer el diálogo político y la democracia en el Perú.

Pero si el Congreso ha recibido su tate quieto por ahora, el Ejecutivo, pese a la performance de Aníbal Torres en el Hemiciclo, pasa por los momentos más difíciles en  que va del año  ante el incontenible avance de las investigaciones de la Fiscalía, que, sumado a los casos de Bruno Pacheco y el exministro de Transportes Juan Silva,  ya está pidiendo la detención preventiva de Jennifer Paredes (una mozalbete   de solo 26 años, mientras que por otro lado un flagrante violador anda suelto y haciendo de las suyas en el Parlamento) por los actos de corrupción que se habrían cometido en las licitaciones de obras públicas en Cajamarca, en coordinación con los hermanos de Lila paredes, según la tesis fiscal; entidad a la que en otros tiempos no se le ocurrió pedir la detención de las hermanas de Alberto Fujimori cuando estalló el escándalo del robo de las donaciones que venían del Japón, dando lugar a que emprendan las de Villadiego y hasta ahora se encuentren prófugas en el país del sol naciente (parece que la justicia nunca ha sido ciega en el Perú).

Es el panorama de un Congreso por los suelos en la aceptación ciudadana, pero con una gavilla de angurrientos flamígeros que lo hegemonizan conspirativamente; un Poder Ejecutivo oxigenado por momentos, pero con un presidente cada día más cercado en las investigaciones; la titular del Ministerio Público sospechosa de parcialidad y grave conflicto de intereses, al haber cambiado a la fiscal Betsabeth Revilla que investigaba a su hermana por haber recibido coimas para liberar narcotraficantes (yéndose la Fiscal de la Nación contra los principios de inamovilidad de jueces y fiscales, fijado en instrumentos internacionales y reconocido por la propia CIDH, en la Sentencia del caso Nina vs Perú, como lo ha recordado García Sayán). Escenario al cual se suma la variable reciente de Antauro Humala excarcelado por el aparente cumplimiento de su pena, el cual tendría la posibilidad que lo Perú Libre convierta en su candidato presidencial, según la verosímil hipótesis de Susel Paredes.

Con el agravante ya oficial de que Vladimir Cerrón, de acuerdo a su propia declaración en el medio internacional Página 12, se jacta de tener una coincidencia espontánea con el fujimorismo y la ultraderecha fascista “para combatir a su enemigo principal”, la llamada izquierda “caviar y social democrática”; todo lo cual va perfilando un desenlace político a la crisis de conmoción incalculable, pero donde la confrontación principal sería de los extremos contra el centro, lo cual orientaría a la ciudadanía en las calles a exigir una salida auténticamente democrática, antifascista y de expresión soberana de la voluntad popular.

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