Con Keiko Fujimori en la cárcel, el fujimorismo es capaz de todo. En esta línea se explica la aprobación de la ley que les abre las puertas del presidio a Fujimori, Montesinos y los angelitos que integraban el Comando Colina que secuestró, torturó y asesinó estudiantes e incluso al niño de Barrios Altos Manuel Ríos Rojas de apenas 8 años de edad.
El fujimorismo no es partido político sino una banda criminal, lo adelantó hace mucho el periodista César Hildebrandt y el trabajo del fiscal José Domingo Pérez Gómez lo está confirmando.
Keiko tiene ahora más galones. Fue la primera dama de la dictadura, ahora es la jefa máxima de una organización que presuntamente lavó activos y licuó el dinero de la caja 2 de Odebrecht.
Ante la arremetida de Keiko, es decir, del fujimorismo que blinda a Chávarry y Becerril, quiere pretende sacar a los asesinos, el presidente Martín Vizcarra tiene que ponerse al lado de la gente y no seguir los pasos de Yamila Osorio, quien defendió a Keiko.
No hay venganza sino justicia y el presidente Vizcarra debe, primero, observar esa ley a favor de Fujimori, Montesinos y los Colina y luego no bajar el tono de sus declaraciones contra los corruptos.
Vizcarra sabe quién es Keiko y de lo que es capaz. Por eso, en estos tiempos convulsos, en los que los fujimoristas están actuando con sangre en el ojo, el mandatario debe estar más firme que nunca y a lado de esos ciudadanos que lo aplaudieron el 28 de Julio cuando salió del Congreso después de plantear el referéndum.
La lucha contra la corrupción debe ser constante y sin bajar la guardia porque los corruptos nunca descansan y siempre están atentos para atacar cuando alguien baja los brazos.