Es evidente que la amenazadora invitación de Perú Libre (PL), que ha logrado la forzada renuncia de Pedro Castillo a seguir militando en dicho partido político, expresa la intención de Vladimir Cerrón de aliarse con el fujimorismo y la derecha política del Parlamento para vacar a Castillo en cuanto se den las condiciones de mutuo beneficio y sórdido reparto del poder.
Los coqueteos y acciones conjuntas del cerronismo con la derecha se dejaban ver impúdicamente desde hace varios meses: recordemos el efusivo abrazo de Guido Bellido con Maricarmen Alva, la votación de PL para salvarla de la censura, la coincidencia de votos para elegir a los magistrados del Tribunal Constitucional, los votos contra la ministra de Trabajo Betssy Chávez, las ausencias más que sospechosas para blindar a Manuel Merino, y, hace poco, la abusiva censura contra el ministro del Interior, Dimitri Senmache, a tan solo un mes de asumido el cargo. Agréguenle a todo ello la votación de la mano para debilitar a la SUNEDU.
Obviamente que el pretexto de dicha invitación a la renuncia fue formulado con la fraseología de izquierda que Cerrón usa demagógicamente muy bien, a saber: que “las políticas emprendidas por su gobierno no guardan consecuencia con lo prometido en campaña electoral y menos con el programa e ideario del partido, implementando el programa neoliberal perdedor”. Como si lo prometido en campaña electoral no estuviese supeditado a las reformas que se deban emprender desde el Parlamento, en el cual Castillo carece de mayoría, y por lo cual toda iniciativa de fondo es fácilmente rechazada, como sucedió con el proyecto de convocatoria a referéndum para una asamblea constituyente.
Hay que recordar que cuando Bellido estuvo de premier no planteó dicho referéndum, ni política de estado alguna para modificar o cambiar el modelo neoliberal. Es más: el propio Vladimir Cerrón declaró en varias entrevistas que él fue quien sugirió a Castillo la continuación de Julio Velarde al frente del BCR para el mantenimiento de la política monetaria de este modelo.
Por los antecedentes de votar conjuntamente con la derecha en el Congreso, así como otras expresiones de defensa del fujimorismo y sus allegados, como la que hizo recientemente Waldemar Cerrón de Hernando Guerra García, sosteniendo enfáticamente que este se encontraba “cumpliendo su trabajo” al irse a veranear con gran frescura a las playas del norte, en horario de sesiones del Parlamento (Luis Galarreta no lo hubiera hecho mejor), no queda duda de que estamos ante lo que hace un tiempo parecía una exagerada y urticante ironía política: el surgimiento casi orgánico del fujicerronismo. Solo que ahora se aprestaría a tomar y repartirse el poder luego de vacar a Dina Boluarte y después a Castillo; como si con el fujimorismo Cerrón va a implementar el ideario y programa de su partido.
Es fácil darse cuenta de que la perspectiva es hacerlo muy pronto, para lo cual PL pediría formar parte de la mesa directiva del Congreso a elegirse a fines de este mes de julio, con lo cual estaría en condiciones de solicitar ministerios cuando el Ejecutivo sea asumido por el eventual presidente del poder Legislativo. El argumento, al fiel estilo verbal de Cerrón: “los altos intereses nacionales y del pueblo peruano en su conjunto”. Como Castillo está cada día más solo y debilitado, el dueño de PL se va arrimando al desvencijado palo de la derecha.
El expresidente regional de Junín está demostrando que usa la fraseología zurda bien aprendida en Cuba solo para la consecución pragmática de sus objetivos utilitarios de poder, como ya se ha visto con la intimidante invitación al retiro de Castillo de PL, porque ya no le es útil, como sí lo fue cuando lo invitó a integrar la plancha presidencial, aprovechando la popularidad de este al haber dirigido la contundente huelga magisterial del año 2017. Y como lo ha demostrado también desde el inicio del régimen al colocar sectariamente al inexperto y lenguaraz Bellido en el premierato, despreciando la necesidad de realizar un serio gobierno de unidad nacional con todas las fuerzas democráticas y de izquierda que habían sumado esfuerzos para ganar las elecciones, dando lugar, con esa desacertada designación, a los primeros embates de la derecha política y al inicio del infeliz aislamiento del poder Ejecutivo.
Lo hemos visto también al pedir con angurria el ministerio de Salud para colocar a un allegado suyo, apartando del cargo al honesto y exitoso Hernando Cevallos, sin importarle la continuidad de la campaña de vacunación, en el peligroso contexto de la devastadora pandemia que le ha costado al Perú un cuarto de millón de fallecidos. Pero a Cerrón no le importó, ya que se trataba de su utilitaria cuota de poder, porque su partido había “ganado las elecciones”. Para los que ven en Vladimir Cerrón al iluminado de la ideología marxista, diremos con elegancia que su desmedida, vulgar y crematística vocación utilitaria ni siquiera parece inspirada en la filosofía de Jeremy Bentham o de John Stuart Mill, sino en la depredadora praxis del corsario inglés Francis Drake.
Lo cierto es que la alianza fujicerronista pone a Castillo en punto de vacancia golpista, ya que la derecha cuenta con aproximadamente 70 votos para hacerlo, a lo cual PL sumaría sus 16 votos, con lo cual suman 86, faltándole solo uno para completar los 87 que necesitan. El resto del trabajo lo hará la Comisión de Fiscalización y la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales, expertas en blindar a sus amigos (los “Cuellos Blancos” Pedro Chávarry y Gálvez Villegas, el excontralor Edgard Alarcón, Manuel Merino, y últimamente Héctor Becerril) e investigar implacablemente a sus enemigos.
Si bien es cierto vienen hurgando los indicios de corrupción del gobierno en el sector Transportes, también es verdad que esto es solo parte y continuación de la estrategia de vacancia trazada por la derecha desde inicios del régimen de Castillo, no lo olvidemos. Ya hemos visto que lo citan a declarar y al día siguiente plantean la acusación constitucional, evidenciando que todo estaba listo para ese propósito.
La derecha está apurada y atolondrada en ese objetivo, por eso han prorrogado la legislatura hasta el 8 de julio, la cual debía culminar el pasado 15 de junio de acuerdo con el Reglamento el Congreso; de ese modo estiran el tiempo para el trabajo de acusación, y no sería extraño que la sigan prorrogando después de esa fecha. Se trata de sacar al presidente electo pronto para disponer, entre otras cosas, del presupuesto de los ministerios que aún queda por ejecutar.
Mientras tanto, Castillo está perdido en sus preocupaciones de defensa legal y abrumado por los indicios de corrupción de su pirañesco entorno, así como en la flagrancia de sus propias torpezas e ineptitudes, lo cual le impide reacción alguna de orden político para enfrentar la crisis y al propio Congreso, con la energía y resolución debida; dando la impresión de estar resignado a su caída, con lo cual sigue cobrando fuerza el sentimiento popular de “QUE SE VAYAN TODOS”.
Ese desolador panorama nos lleva a concluir que será la calle la que tenga el papel más protagónico y determinante cuando caiga la violenta y sórdida guillotina fujicerronista sobre la cabeza de Castillo, porque la ciudadanía no se resignará a que la derecha política y sus eventuales aliados, así como las mafias del negocio, lobbies y la impunidad que pululan en el Congreso tomen el poder.