Hay quienes hoy, indignados, hartos de los han convertido sus distritos en sus chacras, sus provincias en sus haciendas, de los que han llegado al poder para hacerse millonario, irán a las urnas a firmar para que no les cobren la multan. Es un voto para que el Estado no les quita plata.
Estos ciudadanos viciarán su voto. Algunos votarán por el gran nulo y otros dibujarán cosas en la cédula no reproducibles en las pantallas de la televisión. Es un voto de rabia, de cólera.
Las campañas de las elecciones regionales y municipales que llegan a su punto culminante hoy pasaron inadvertidas por los audios de la vergüenza, por las maniobras del keikismo reinantes para estropear las propuestas del Ejecutivo muy confiado.
Pasaron sin que la gente le prestara mucha atención. Cuando empezaron a la calentar las campañas Muñoz se había metido ya por los palos. Los universitarios, la gente que buscaba candidatos más o menos limpios lo empujó.
Si ganara el gringo, habrá que estar muy atento porque Lima tiene que limpiarse de los Castañedas. Habrá que estar atento para que el dinero de todos no se vaya al bolsillo de los mismos de siempre.
Un vecino más o menos enterado, más o menos atento a la política, exclama que votar no sirve para nada, que solo es darle la oportunidad a otro para que haga las mismas cosas que anterior.
Hay un hartazgo muy fuerte por la política y eso es muy grave porque la política es lo fundamental para que sociedades como la nuestra busquen un destino mejor.
Hay también una reacción ciudadana interesante cuyos objetivos son un cambio profundo. Aún, esta reacción, no encuentra una dirección definida, pero tendrá que ocurrir. Es necesario. Los ciudadanos atentos a la política, los ciudadanos luchando contra los políticos corruptos siempre mejoran las cosas.