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Este artículo es de hace 2 años

La crisis continúa, solo ha caído Castillo

Dina Boluarte ya es la primera mujer presidenta de la historia republicana (para despecho y envidia de Keiko Sofia Fujimori, Lourdes Flores Nano y Mercedes Aráoz).
Antonio Castillo
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Antonio Castillo
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Colaborador de EL PERFIL
Abogado y analista político. Exintegrante de la Procuraduría Anticorrupción del Perú y exasesor de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, entre otros cargos públicos.

Nos dirigíamos raudos al aeropuerto porque el vuelo programado nos ganaba, cuando escuchamos la noticia del mensaje de disolución del Congreso de parte de Pedro Castillo. Al llegar a nuestro destino, tres o cuatro horas después, ya el profesor de Chota no era presidente, estaba recluido en la Prefectura y Dina Boluarte había asumido la sucesión constitucional.

Así de vertiginosos han sido los acontecimientos del 7 de diciembre, del año que va llegando a su fin. Es claro que los ensordecedores gritos de la consciencia de Castillo y el temor a ser vacado por la conspiración golpista del Congreso lo impulsaron al suicidio político de responder al golpe con golpe, olvidando que a él las Fuerzas Armadas y policiales nunca lo quisieron, por el estigma de ser de izquierda, y se lanzó burdamente al vacío terminando hoy preso en la DIROES.

Observen que Walter Córdova, el excomandante general del Ejército, lo abandonó la misma mañana del golpe, y que fue su propio resguardo policial que lo capturó cuando se dirigía a pedir asilo en la embajada México.

Como escuché decir a un dirigente regional del Sur del país, en medio de la lluvia que allí mojaba la tarde en esta época del año, “Castillo hizo una burrada y entregó su cabeza a la derecha en bandeja de plata”, cuando esta no tenía los votos para vacarlo, y si lo vacaban él iba a terminar como víctima de una larga conspiración, y con la OEA y la comunidad internacional a su favor, pese a los cargos de corrupción que pesan sobre sus familiares directos e iban cercándolo a él cada vez más.

Las declaraciones de José Luis Fernández y Salatiel Marrufo, en las últimas horas, que lo comprometían directamente, tuvieron el efecto devastador de desequilibrarlo, como sucedió con las de Luis Nava y Miguel Atala, y que llevaron al suicidio de Alan García para no verse enmarrocado y recluido entre rejas.

Con vacancia o sin vacancia, Castillo iba a tener que responder en su momento y oportunidad, como aquí lo hemos dicho siempre: todo el peso de la ley si se demuestra judicialmente que ha cruzado el umbral de la corrupción como ya todo parece indicarlo así. Más aún por haber traicionado la esperanza de los millones de peruanos que votaron por él, como obligada alternativa a la candidatura de quien estaba y está acusada por organización criminal, lavado de activos y otros delitos; y cuyos seguidores son los que ahora sonríen por el encarcelamiento de Castillo, pese a que este solo tiene aún la calidad de investigado. 

Es evidente que la ignorancia y el miedo del ahora expresidente lo llevaron a la salida del golpe, seguramente motivado por el entorno irresponsable de termocéfalos antauristas que hablaban alegremente de cerrar el Congreso, como si esto fuese posible fuera de los supuestos constitucionales de dos cuestiones de confianza rechazadas, allí están los resultados.

Ni siquiera se dieron el trabajo, en los días previos, de plantear otra por el desfinanciamiento de la ley de presupuesto o el voto de investidura de la expremier Betssy Chávez. Lo peor: sin el respaldo popular inmediato, sin partido ni coalición política alguna que lo apoye, y con las Fuerzas Armadas en contra, como queda dicho.

Le regalaron a la derecha una victoria, que, por la forma previa en que la han logrado, no pone fin a la crisis que vive el país. Dina Boluarte ya es la primera mujer presidenta de la historia republicana (para despecho y envidia de Keiko Sofia Fujimori, Lourdes Flores Nano y Mercedes Aráoz); pero pronto irán por ella, que no se confíe en la tregua política concedida; las hienas ya probaron sangre e irán hambrientas por más. Así lo siente la gente en las calles. Que la degradación moral y política del Congreso haya propiciado la desesperación, golpe y caída de la incapacidad moral, no es solución a la crisis, esta solo ha cambiado de aspecto y pronto se volverá contra los promotores del caos en que vivimos desde el 2016.

Aquí hay problemas de fondo y de corte estructural que solucionar y estos no se solucionarán con la caída de Castillo, porque él es producto de la crisis y no causante de la misma, él es consecuencia penosa de que el electorado se haya visto obligado a elegirlo para no votar por una acusada a 30 años de cárcel, y  porque ninguno de la veintena de candidatos de la primera vuelta en el 2021 pudo ni supo interpretar el dolor y las consecuencias sociales de la asoladora pandemia.

Ahora no se trata de cambiar aprendices de corrupción y golpismo, por camorras centenarias del erario; se trata de cambiar el país y de licenciar a la clase política que nos ha metido en esto.

Esperemos que el proyecto de adelanto de elecciones generales, aprobado hace unos días en la Comisión de Constitución, sea también aprobado en el Pleno del Congreso, y por más de 87 votos. Vamos por él.

No hay que permitir que haya sido solo un señuelo para lograr los votos de la vacancia y lavar la cara de ese poder del Estado. Tampoco hay que permitir que el legítimo debate de una asamblea constituyente, que está pendiente desde la caída de Alberto Fujimori, y que, hasta los políticos de la derecha ilustrada, como Javier Valle Riestra o Alberto Borea enarbolaron durante años, sea ninguneado o satanizado. La derecha viene modificando la Constitución a diario, y en algún momento ha pretendido hacerlo en más del 25% de la misma de un plumazo para crearse más privilegios; pero se niegan hacerlo en temas de corte social, porque la economía, la vida, la educación y salud de las mayorías no les interesa.  La crisis es muy grande y demanda grandes soluciones; con el Perú no se juega.

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El análisis y las expresiones vertidas son propias de su autor/a y no necesariamente reflejan el punto de vista de EL PERFIL
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Abogado y analista político. Exintegrante de la Procuraduría Anticorrupción del Perú y exasesor de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, entre otros cargos públicos.
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