Denuncia con muchas inconsistencias, ampulosa e incompleta, descaminada y bullanguera. Lugo de fatigosas consultas con abogados duchos en el oficio de litigios encontraron una puerta. Prefirieron endilgarle a la Fiscal de la Nación que no puede cómo ocultar el pesado y feo bulto: explicar que la hermana, una vez iniciada la investigación en serio, cosa que alguna vez ocurrirá, promete ser una caja de pandora con vericuetos que por ahora calla y se aleja de los reflectores.
Pese a la propaganda más parece el parto de los montes, plagada de errores que luego de los bombos mediáticos, va exhibiendo desaciertos que le hacen un flaco servicio a la justicia. La Fiscal no se preguntó, no investigó y ni siquiera imaginó que luego de tantos meses de discurso legal no pudieron encontrar una salida jurídicamente limpia frente al artículo 117 de la Constitución, armada al gusto del capitoste de entonces, resiste la “embestida” de los discursos y no encuentran cómo saltarse a la torera. Con la vuelta a la carga de algunos abogados más visibles prometía un encontrón, Cairo versus Azabache, cuyos primeros indicios parecía el inicio de un largo debate representando sectores de intereses. O en cambio, quizá llegue el debate menos ligado a los negocios, con el concurso de la academia comprometida con el país a fin de elucidar la etapa que sigue y ayude a enderezar las entenderás de la mayoría, comenzando por los congresistas.
Ocurre que ahora, con desparpajo e impudicia, quieren volver a vendernos el camelo de que esta es la madre de la corrupción y lo que se llevó Fujimori por la venta de Telefónica y en el avión presidencial no existe. Aquel que no le “temblaba la mano”, finalmente huyó a su país porque “temía por su vida”. Seguida de una fila de presidentes que hemos tenido incluido al de la página 11. Esta azarosa historia reciente no disculpa a quienes pontifican ser de “izquierda” y en nombre de ella le ha dado a la derecha “bruta y achorada” pretextos evidentes para presentar diariamente a la izquierda que quisieran: sin imaginación e iniciativa, sin programa y sin praxis. No hay ideas, no hay voces, nadie dice nada de nada, mezclados en un solo saco y, lo que es peor, ser parte de esta fiesta de los pájaros fruteros, para meterse a negocios de “otros” que sí saben eludir la cárcel. No es descabellado pensar que esta izquierda que ambiciona llegar al Congreso callará como calló frente al terrorismo con zigzags para justificar un sitiecito en la merienda. José Carlos Mariátegui es un paradigma incómodo, el aporte (Pájaros de alto vuelo) de senador Carlos Malpica Silva Santisteban ya nadie recuerda, el dirigente campesino Saturnino Huilca no existió y los luchadores del campo y la ciudad pasaron de moda.
Ya es parte de la historia frustránea (cada vez más cerca de sus deseos) las argucias para vacar al presidente, desde el primer día, sin pensar con orden que no es su oficio en un camino lleno de vericuetos, y no porque el presidente ofrezca resistencia por su claridad y pulcritud en el manejo de la cosa pública y la eficiencia, desde la partida. No. Lo que ocurre es que no existe salida legal definida y prevista en la Constitución, menos si se trata de buscar una a la manera de la vieja política. Tanto lo es que los gestores de la vacancia buscaron afanosamente sin éxito. Era necesario contar con el “concurso” chacotero de algunos periodistas que descubren la “débil respuesta del gobierno a las imputaciones de la fiscalía lo puede tumbar más temprano que nunca”. Como si se estuviera en el escenario de las imputaciones, las pruebas y los alegatos que llegará. Son los deseos locos de un periodista que se suponía ponderado y terminó descarrilándose en medio de una antología del insulto puro y duro, útil relleno de casos (para la clase universitaria) de cómo no debería ser un artículo serio en un periódico progresista que tanto se necesita para matizar la prensa monocorde. Tanto más si se piensa en periodistas jóvenes que buscan empleo en una época de grandes desafíos para sus investigaciones y estudios con verdad. Como lo hicieron para servir al oficio que tanto amaron desde Pedro Beltrán, Paco Igartua, César Lévano y una lista cortísima de los que investigan para vivir, seguir escribiendo y cultivando a cada paso el cambio de palabras en tiempos aciagos. La historia reclama ejemplos de dignidad para socavar la derrota y hacer la corriente para que la palabra fluya. ¿Entonces? “serenémonos un poquito… pensemos lo que es bueno para el Perú” (Borea Odría en, el mismo diario).
La danza de abogados y estudios aún no tienen resultados coherentes a la vista. Los entusiastas promotores y el periodismo a dedicación exclusiva comienzan a fatigarse, embutido de palabras a falta de conceptos, principios y doctrina. Situación peligrosa porque el desorden conceptual conduce a la torpeza de acciones. Se creyó y se insiste que farragosas denuncias y papeles rayanos en el ridículo: “el parto de los montes” y un motivo para una serie larga de procesos que se asoman con carga de litigios que envejecen y desgastan. Pero, la suerte está echada. Obviando distingos entre derecho, política, análisis y aclaración de principios y normas donde abogados, exfiscales, ex miembros de tribunales y dueños de estudios aún o no muestran salidas políticamente viables y argumentos sólidos, en medio de complicados pronósticos. En un Congreso en desorden y desconcierto atrapado por intereses encontrados.
Los partidos y la izquierda
Los torrentes, meandros y precipicios que nos esperan están llenos de incertidumbres. Se cierran posibilidades para partidos representativos con perfiles alentadores fundados en enfoques sociales y teóricos que orienten decisiones de cara al futuro.
En medio de esta inercia, desconcierto histórico y falta de pensamiento y acción políticos que sirvan de derrotero a las nuevas generaciones y al desarrollo del país, la izquierda peruana no da indicios de vida institucional, visión y perspectiva histórica elemental, programas y consignas que marquen rumbos que las grandes mayorías reclaman y buscan. Resiente el ayuno de ejercicio político e iniciativa que inviten a los que buscan orientación y vida institucional partidaria. Las personas están dejando de ser sujetos políticos, ciudadanos dialogantes, para ser clientes a merced de los dueños de partidos. El ejercicio de la política envilecido y despojado de civismo, degrada al ciudadano, deteriora la formación intelectual y dialéctica, extingue la polémica y el debate.
Los grandes movimientos sociales han periclitado ahogados por las abrumadoras demandas que no encuentran respuestas y soluciones a tono con el país de hoy. La pobreza, la discriminación y desprecio, se han convertido en la enfermedad de hoy, compañera sorda e hipócrita de una clase política que nos ha llevado hasta donde estamos. Tal como el columnista de un diario progresista de hoy escribe insultos y desprecio.
Después de las preguntas desacertadas y desconcertadas del periodista Jaime Chincha al abogado Eduardo Pachas se pueden ensayar tres hipótesis. Los políticos no necesitan estudiar y se pueden probar, los juristas necesitan estudiar tanto y quizá demasiado que requieren oficio probar y los científicos además de estudiar y experimentar cuentan con la crítica implacable de la comunidad científica.