El fujimorismo ha realizado un movimiento de retroceso táctico, evidenciando haber sido descolocado por la iniciativa del Poder Ejecutivo de plantear la cuestión de confianza para lograr que se apruebe la reforma de justicia y política del Estado.
Por eso ha convocado a una sesión del Pleno del Congreso para hoy martes, a fin de hacer caer en el vacío la convocatoria efectuada del presidente Vizcarra para mañana miércoles a la 8 de la mañana. Ello no impide, por supuesto, que el premier acuda hoy a plantear la cuestión de confianza anunciada por el primer mandatario.
Es más, Martín Vizcarra debe disponerlo así, ya no hay lugar a retroceder un palmo.
Si el Congreso no aprueba la reforma en los términos planteados por el Ejecutivo, se tiene por rechazada la cuestión de confianza y quedará expedito el cierre del Legislativo y la convocatoria a elecciones congresales en el plazo de cuatro meses. Si el Congreso la aprueba en su integridad y a regañadientes, no crea el presidente Vizcarra que el fujimorismo ha entrado en razón; simplemente habrá efectuado un retroceso momentáneo para reagrupar sus fuerzas.
Ya se la juraron abiertamente: Martha Chávez, que expresa lo más sustancioso del ADN golpista de los 90, ha twiteado que "debe presentarse la denuncia contra él" por convocar a legislatura extraordinaria; y, Rosa Bartra, artífice del primer pedido de vacancia contra PPK, ha calificado de "mamarrachentos" los proyectos del Ejecutivo.
Luego de aprobada la reforma, el fujimorismo enfilará abiertamente tras la cabeza de Martín Vizcarra, para lograr su vacancia.
Ello implica una batalla política a mayor escala, donde el presidente, si quiere mantenerse en Palacio de Gobierno, debe congregar mayor apoyo social que el logrado hasta ahora.
Ello significa ganarse el cariño de la gente, mejorando sus condiciones materiales de vida: la democracia no es solo la organización política y la independencia de poderes, es también la democratización de la economía. Vaya evaluándolo, señor Presidente.
Luego de aprobada la reforma, el fujimorismo enfilará abiertamente tras la cabeza de Martín Vizcarra, para lograr su vacancia. Ello implica una batalla política a mayor escala, donde el presidente, si quiere mantenerse en Palacio de Gobierno, debe congregar mayor apoyo social que el logrado hasta ahora.