El presidente Pedro Castillo retrocedió en su pretensión de imponer a un premier derechista. Fracasó por la gran reacción ciudadana contra el impresentable Valer. Ahora Castillo busca ministros para formar su cuarto gabinete en apenas seis meses de gobierno.
Estamos ante un presidente sin mayores luces que no sabe cómo cumplir sus promesas electorales. Todo indica que quiere seguir los pasos de Ollanta Humala creyendo que derechizándose calmará las ansias de la derecha más bruta y achora de América Latina.
Sin embargo, la derecha no se calmará y tratará de sacarlo de todas maneras. Antes de Valer, el periodista César Hildebrandt explicó que la renuncia del presidente Pedro Castillo sería un gesto patriótico y que “luego tendrían que seguir unas elecciones limpias y con mejores candidatos, mejor inteligencia ciudadana porque el Perú es, en estos momentos, una desdicha”.
El pedido de renuncia es una medida razonable y saludable para el país por una evidente falta de conducción y porque Castillo dejaba notar un raro blindaje a sectores no solo conservadores, sino manchados de corrupción en sectores como el Ministerio del Interior.
Castillo, en lugar de renunciar, decidió cambiar a 10 ministros y ahora busca otros seguramente vinculados a la derecha. Dejó ir a Mirtha Vásquez y Avelino Guillén. Esto indica que no sabe con quién juntarse o quiere juntarse con lo peor de nuestra política.
Cuando ya era presidente, Ollanta Humala respondía siempre “soy de abajo” cuando le preguntaban si era de izquierda o de derecha. Meses antes, en las elecciones, había usado a la izquierda y como presidente se había puesto la camiseta de la CONFIEP. Cuando a Castillo le hacen la misma pregunta que a Ollanta, el presidente de la República responde casi lo mismo. Él dice soy del pueblo. Hasta en eso Castillo se parece ya a Humala.
Estaría muy bien que Castillo ratifique a Hernando Cevallos en Salud y a Aníbal Torres en Justicia; pero dejar ir a Pedro Francke de Economía, por ejemplo, es un error grave.
Estamos ante un golpe de timón de Castillo. Creo sinceramente que se aleja de sus promesas electorales y se va acomodando con los que siempre han cortado el jamón.