Las Organización Naciones Unidas aprobó la Resolución A/74/l-57 sobre la COVID-19 que proclama: que la vacuna es un bien público de la humanidad, accesible a todos los países.
Esto no se ha respetado, pues apenas certificada la vacuna Pfizer como segura y eficaz, los países más ricos del mundo compraron billones de dosis para vacunar, no solo una vez, sino varias veces a sus poblaciones.
Este acaparamiento hemisférico nacionalista de la vacuna, contrario a la Resolución de las Naciones Unidas y también a los principios de la Organización Mundial de la Salud, ha hecho que lo países desarrollados, que hoy constituyen tan solo el 16% de la población mundial, tengan el 60% de la vacuna, mientras que los países en desarrollo, cuyas poblaciones son más del 70% de la humanidad, han recibido pocas o ninguna vacuna.
Un ejemplo de este acaparamiento nacionalista de la vacuna es el de Canadá, que con 38 millones de habitantes ha comprado vacuna para inmunizar cuatro veces a su población; mientras que Etiopía que tiene 109 millones de habitantes y Nigeria que tiene 80, no han recibido nada.
También esta mala distribución se ve en la América Latina, que ha recibido muy poca vacuna, mientras que, en los Estados Unidos y Europa, cada día se vacunan millones de personas. Así, geopolíticamente, la inmunización contra la COVID-19 se concentra en el hemisferio norte y tiene muy poca presencia en el hemisferio sur.
El entusiasmo nacionalista, que ha aumentado con la vacunación de la población en los países ricos del hemisferio norte, es solo una ilusión pasajera, puesto que, si sigue la poca vacunación en el hemisferio sur, surgirán grandes espacios no inmunizados en África, Latinoamérica y Asia, donde virus no solo vivirá, sino que mutará superando la inmunidad de las actuales vacunas.
Muchos científicos consideran que hay que actuar rápido con una vacunación mundial equitativa en ambos hemisferios para evitar que la COVID-19 pase de, pandemia a endemia, debido a que el virus no muere, sino muta y genera que tengamos que mejorar constantemente las vacunas.
Sin vacunación mundial no hay garantía de vencer a la COVID-19, que estará vivo, mutando y contagiando al planeta entero.
Hoy, el gran problema existencial que enfrenta la humanidad es lograr que la distribución de la vacuna se haga por todo el planeta, haciendo que la inmunización no vaya donde haya más dinero sino donde haya más necesidad de exterminar el virus.
Según los investigadores de Duke Universito, con los cuales tengo contacto, el actual nacionalismo de la vacuna está trabando el acceso global a la inmunización, hasta tal punto que muchos países en desarrollo no llegarán a vacunar a toda su población hasta el año 2024. Lo que significa que el virus tendrá lugar y tiempo para mutar e infectar.
Esta atroz falta de accesibilidad mundial a la vacuna se ha agudizado aún más con la decisión de la Unión Europea de controlar las exportaciones de la vacuna.
Esta acción, no es solo contraria a la salud de la humanidad, sino también una violación de los derechos humanos y de la Resolución de las Naciones Unidas sobre la COVID-19, que la Unión Europea apoyó.
Es compresible que los políticos de los países desarrollados quieran vacunar a su población, pero nada justifica acaparar vacunas para inmunizar hasta tres, cuatro o cinco veces a su población. Hay entonces que cesar este acaparamiento, para que los países en desarrollo logren comprar suficiente vacuna para inmunizar a sus poblaciones.
Hoy, el manejo hemisférico nacionalista de la vacuna está poniendo en peligro la existencia humana en el planeta. Lo único sensato es dejar de lado este manejo darwinista y establecer una vacunación de todo el planeta, a través de la OMS y la ONU como un bien público de la humanidad, es decir, con precios accesibles para los países en desarrollo.
Para facilitar esta vacunación planetaria será necesario, además, establecer laboratorios que fabriquen la vacuna en lugares estratégicos de África, Asia y América Latina,
¿Se hará esto?
Si no se hace, la permanencia del virus, y su mutación revelarán que no somos una especie tan “sapiens” como creíamos.