Un estudiante universitario nunca olvida las clases de sus buenos profesores. Las clases de Historia del Perú de Pablo Macera son para mí inolvidables. También llevo en mi memoria las de Luis Alberto Sánchez, Augusto Salazar Bondy, José Russo Delgado, Ella Dumbar Temple, Armando Zubizarreta, Julio Cotler en la década del 60 del siglo pasado.
En el mundo académico algunos intelectuales le pedían a Macera que escribiera un libro orgánico sobre el Perú más allá de sus brillantes ensayos e investigaciones parciales. Pienso, sin embargo, que sus distintos escritos sobre diversos temas de historia y de coyuntura reemplazan con creces esa ausencia. Quiero destacar la opción de Macera por rescatar la historia de los que perdieron y han sido olvidados por la historia oficial.
A su modo fue un intelectual público que se movió entre la academia y la política. Provenía de una familia aprista, pero un largo periodo se ubicó en el campo de la izquierda, luego, en un momento aciago, entró al fujimorismo, después se dedicó plenamente a las reflexiones académicas sobre el Perú y los peruanos desde el espacio del arte popular.
En El Diario de Marka le hicimos algunas entrevistas memorables. Recuerdo que en una de ellas Guillermo Thorndike lo llamó "el oráculo". Cuando editamos la revista El Zorro de Abajo Carlos Iván y yo organizamos en la casa de Gina Vargas un diálogo frustrado entre Pablo Macera y Gustavo Gutiérrez bajo el llamativo título El Perú en el diván. Cometimos el error de invitarle a Pablo un exceso de tragos y el diálogo no se produjo, pero hubo entre ellos un agudo intercambio de ideas y anécdotas que en otra ocasión contaré.
En la Revista de Libros y Artes de la Biblioteca Nacional del Perú publicó diversos artículos sobre arte popular por invitación de Luis Valera, su editor.
La desaparición de Pablo Macera enluta no solo a las Ciencias Sociales sino también a toda la academia. Mis condolencias a la familia. Pablo Macera descansa en paz.