El último jueves apareció, por tercera vez, la delegación definitiva que representará al Perú en la 35.° Feria Internacional del Libro de Guadalajara. La conformación de una nueva lista recayó en las manos de las Direcciones Desconcentradas de Cultura. La resolución ministerial n.º 000270-2021-DM/MC que oficializa esta selección de 65 representantes, entre autores, poetas y artistas, lleva la firma de Gisela Ortiz, la nueva titular del Ministerio de Cultura (Mincul).
Esta delegación definitiva encuentra su origen en la decisión que tomó la gestión anterior, encabezada por Ciro Gálvez, de modificar la lista que había presentado su antecesor, el escritor y diplomático Alejandro Neyra, lo que generó una ola de renuncias de escritoras y escritores en solidaridad con sus colegas que fueron excluidos. El accionar del ministro saliente, sin embargo, fue aplaudido y criticado dentro del sector cultural.
Consultado por El Perfil sobre por qué la administración Sagasti-Neyra había oficializado la delegación y no había esperado que lo haga el gobierno entrante, Santiago Alfaro, exdirector general de la Dirección General de Industrias Culturales y Artes (DGIA), dice que “según el convenio firmado con la Universidad de Guadalajara, el compromiso del Estado peruano era presentar la delegación en julio, pues se requiere de tiempo para poder programar todas las actividades, especialmente de un evento que tiene envergadura, como es la FIL Guadalajara”. El anuncio de la primera lista se hizo el 27 de julio, un día antes de la juramentación de Pedro Castillo a la presidencia de la república.
Para Alfaro Rotondo, las explicaciones del caso debía darlas el exministro Gálvez, porque fue él quien solicitó una reestructuración. Explica que la Dirección del Libro y la Lectura, órgano en línea de la DGIA, propuso ampliar la primera lista, incluyendo una sección de literatura oral que esté compuesta por autores de lenguas originarias. Al final, Gálvez optó por “excluir a quienes ya habían participado en la Feria de Santiago de Chile”.
En diálogo con este medio de comunicación, el escritor y abogado piurano Tadeo Palacios señala que “no es admisible que la gestión saliente en su último día en el poder apruebe delegaciones, sobre todo si involucran presupuesto público y decisiones que competen a la gestión entrante”. “Cuando no hay indicadores o criterios claros para conformar una delegación de autores, como en este caso, es obvio que cualquier modificación llegará a generar disputas o incomodidades. La responsabilidad del problema acabaría originándose en la gestión Sagasti-Neyra”, afirma.
Palacios Valverde, quien también es director de la multiplataforma literaria Proyecto Machete, asegura que una de las posibles soluciones para la conformación de delegaciones “pasa por seguir el ejemplo de países como Chile, Argentina y México, que cuentan con un sistema nacional integrado de medición o seguimiento que arroja datos sobre diferentes trayectorias, obras, carreras, becas que los autores van consiguiendo, algo similar a lo que aplica el Concytec con los científicos, humanistas y científicos sociales”. “Con indicadores, políticas claras y cuotas que garanticen la presencia de poblaciones originarias y de autoras pueden saltarse inconvenientes como el del incidente Guadalajara”, sostiene.
El camino que eligió el exministro Gálvez de “desinvitar” a nueves representantes conllevó a que algunos autores y usuarios en redes sociales afirmen que existe una argolla enquistada en el Mincul. En su columna de opinión en “La República”, el periodista Eloy Jáuregui escribió que “el Ministerio de Cultura ha puesto el punto final a las operaciones de esa argolla limeña y se desmanteló una lista de elegidos”. Días después, en un diálogo con “Lima gris”, dijo que “se acababa de hacer justicia social y reivindicación” y que “ya se acabó la mamadera”.
Santiago Alfaro argumenta que las acciones en la gestión pública o en actividades relacionadas con políticas culturales tienen que estar basadas en la evidencia, y que prueba de ello es que “de los 60 escritores de esta primera lista solo ocho fueron a la Feria Internacional de Santiago, de hace tres años”. Pregunta: “En este caso: ¿cuál es la evidencia de esta argolla?”.
Añade: “Si hay una argolla, ¿qué nombres son los que se presentan en “La libertad de la palabra” (programa de la Dirección del Libro y Lectura)? Habría que revisar quiénes son los que se presentan en Perú Lee, de Arequipa o Ayacucho, que son festivales regionales con autores también regionales. ¿Hay alguna argolla en la feria La Independiente, organizada por el Ministerio de Cultura y un grupo de editoriales independientes que vienen de 13 regiones?”. Por último, asevera que “los que hablan de la argolla tendrían que sustentarlo”.
Para este reportaje, la escritora y poeta Victoria Guerrero comenta que desconoce si existen argollas o favoritismos en el Mincul. “Si es que existieran, ojalá, con el gobierno entrante, no se forme otra argolla, que una argolla no sea sustituida por otra”, enuncia. No obstante, aclara “si se habla de una argolla en general, que no se relacione con los ministerios, todos los escritores sabemos que sí existe como tal. Existen también incidencias de distintas fuerzas en el campo literario”.
Desde su tribuna, Tadeo Palacios manifiesta que “las argollas son, lamentablemente, connaturales a todo sector que tenga cierto poder institucional, tanto en las esferas públicas y privadas”. Asimismo, considera que es fundamental definir “cuál es el papel del Estado quien, histórica y sistemáticamente, ha marginado a autores y autoras fuera de Lima, ignorando las literaturas diversas que hay en el país”.
Guerrero Peirano, ganadora del Premio Nacional de Literatura 2020, apuntala que con lo sucedido “se ve cierta informalidad, se ve una actitud un poco autoritaria, y se ve un poco mal hacia el exterior”. Alfaro insiste en que se deben “cumplir los compromisos de Estados, no de gobiernos” y que este tipo de decisiones de cambiar delegaciones a última hora “tienen consecuencias a nivel global”. Recalca que “afuera no se entienden los debates que se dan a nivel local. Lo que importa son los plazos y las secretarías de cada evento. Este es un evento internacional que demandaba tener autores de perfil internacional. Eso es lo que ellos están esperando”.
El sociólogo Santiago Alfaro renunció a la cartera de Cultura el 22 de septiembre y expresa que su salida se debe a que él está “en pleno proceso migratorio”. “También había un componente que aceleró mi renuncia que fue el tema de la FIL Guadalajara, porque yo no podía asumir las consecuencias, pero la principal razón fue mi proceso migratorio”, agrega.
Al conocerse la segunda lista y de los renunciantes a la misma, el novelista Mario Vargas Llosa, en una entrevista con “ABC”, aseguró que el “Perú enviará una representación lamentable, donde no habrá escritores de verdad”. El escritor peruano Diego Trelles, afincado en París, fue uno de los primeros en discrepar y condenar las declaraciones del premio nobel de literatura.
Victoria Guerrero reflexiona que “la nueva lista tiene escritores que no son conocidos porque vivimos en otro circuito y que Vargas Llosa hace mal en calificarlos porque no los ha leído”. Palacios Valverde, en cambio, estima que “el criterio del novelista no pasa por valoraciones literarias, sino por criterios políticos y de afinidad extrema con un círculo que le es leal política y personalmente”. Concluye diciendo que lo dicho por el autor de “La ciudad y los perros” “es un agravio intolerable que viene de alguien que dice amar la libertad y entender al país y sus literaturas”.
Tanto Palacios como Guerrero coinciden en la necesidad de discutir sobre los problemas que aquejan a la escena literaria peruana siempre y cuando se dé bajo términos alturados, sin recurrir a los insultos o descalificaciones. “Este es el momento para democratizar el campo literario”, enfatiza la autora de “Y la muerte no tendrá dominio”.
Tadeo, además, sentencia: “Los escritores más jóvenes deben aprovechar la plataforma pública para ventilar temas que son de necesaria discusión: la influencia de las editoriales transnacionales, el clasismo existente dentro de la literatura, la creencia que el Estado debe ser la extensión burocrática de la lógica del mercado, la uniformización del modelo de escritura limeño, que responde a intereses económicos antes que al talento literario”. “Exponer y hablar de estos problemas es sumamente positivo”, finaliza.
Para consultarle sobre las decisiones tomadas y por la demora en publicar la tercera lista, El Perfil intentó comunicarse sin éxito con el entonces ministro Ciro Gálvez antes del anuncio de su salida del portafolio de Cultura. Por el momento, la publicación de la delegación definitiva ha pasado desapercibida.