El famoso lingüista y pensador norteamericano con 95 años a cuestas, luego de sufrir un ictus y desatendido por los médicos en su país, se recupera felizmente ya dado de alta en un hospital de Brasil. Bien para sus lectores beneficiarios de su visión universal y alentadora en un mundo agitado en busca de respuestas a sus pesares. Un escenario fatigado por informaciones falsas y alarmistas apremiantes de granos de verdad para encontrar derroteros.
Ha hecho una carrera fecunda y prolífica en la investigación desde la lingüística y la ciencia política poniendo en vilo al mundo intelectual y las élites sin tregua a las vanidades y facilismos. Para ser escuetos y no pecar de omisión es esencial hacer alusión a su Programa minimalista, filología y lingüística (1999) que aborda el problema mente-cerebro relacionado con el leguaje dando pasos delante de la gramática generativa. Con lo que culmina los mayores logros científicos de su vida académica como profesor del Instituto Tecnológico Massachusetts (MIT).
Desde sus tantas contribuciones busca llamar la atención de los jóvenes porque nunca olvidó de referirse de ellos en cada tramo de su labor. Ingresa a este siglo asumiendo el desafío de pensar e investigar de manera multidisciplinar para darle amplitud filosófica cuando escribe ¿Qué clase de criatura somos? (2017). Despliega su enorme talento teórico con simplicidad envidiable incorporando la biología, la neurociencia, la psicología experimental, la sociología y la historia dentro de una visión científica y humanística actualizada. De este modo su vigoroso legado es indispensable para responder cuestiones como ¿qué es el lenguaje?, ¿qué podemos entender? Y los misterios de la naturaleza y las profundidades que esconde.
Como quiera que no se trata solo de reseñar su monumental bibliografía sino parar mientes en su más reciente aporte que incluye una panoplia de análisis, tesis y anticipaciones en torno a la guerra que se libra en Ucrania. Cómo no. En vez de leer pastiches resulta saludable para la cognición y las emociones leer uno de sus libros recientes de un título decidor cuya inquisición resuena ¿Por qué Ucrania? (2022).
Chomsky no se ahorra verdades e ingresa a la cuestión donde responde de modo simple y directo preguntas del politólogo Pablo Bustinduy. Analiza la invasión rusa que los analistas al uso omiten. Responde sin adiposidades cuando inicia sosteniendo que la guerra de Ucrania es donde “la OTAN se ha convertido sustancialmente en una fuerza de asalto comandado por los Estados Unidos”. Es elocuente cuando señala más adelante en el marco geopolítico otros ejemplos explícitos donde “una fuerza de intervención estadounidense que no respeta en lo más mínimo el derecho internacional”.
El catedrático emérito del Departamento de Lingüística y Filosofía del MIT nos presenta un cuadro mundial y sus escenarios de conflicto en un momento de declive del capitalismo y el ascenso de China y Rusia acompañado de la emergencia de nuevas fuerzas mundiales que buscan un escenario para el despliegue de sus potencialidades y desarrollo. Y una Europa desconcertada carente de independencia donde el “Parlamento Europeo se limita a poner un sello” teniendo la posibilidad de moverse hacia posiciones más independientes de modo que el “problema de fondo es que la teoría y la práctica política exterior europea se concibieron para un mundo que ya no existe”.
Estas afirmaciones remecen las cuestiones internacionales que llegan hasta los rincones de los países en el siglo XXI. Las primeras reacciones a los castigos económicos infligidos a Rusia han sido letra muerta en un mundo interconectado. Las declaraciones altisonantes de dirigentes de papel son para los medios y el mundo real se mueve con una contundencia que escapa a las “narrativas”. Las recientes aproximaciones de China y Rusia reforzado por las potencias emergentes de Brasil a India y de Indonesia a Turquía o Sudáfrica es motivo de alarma de los círculos políticos del mundo inmerso en estas modificaciones geoestratégicas. Es imperativo que nuestras generaciones jóvenes comiencen a pensar en este mundo que emerge.
Con la esperanza de la pronta recuperación plena de Noam Chomsky a quien tanto le debemos sus lectores.