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La Filosofía en tiempos de crisis es más que un curso

Los filósofos profesionales, ganados por el positivismo, el idealismo y la hermenéutica, se han alejado de las investigaciones científicas para caer en la especulación posmoderna y las ideologías de moda.
Lucas Lavado

Desde finales del siglo pasado se han incrementado las decisiones para restarle importancia a la filosofía. Han disminuido su peso académico en términos de horas asignadas en las facultades universitarias como Contabilidad, Administración, Derecho, suprimirlo por completo o asignarle una o dos horas semanales a modo de consuelo. 

Han tomado estas medidas sin ningún argumento, salvo la justificación burocrática de que le resta horas dedicadas a la formación profesional. Un recuento de la historia corta muestra la carencia de razones valederas y de una visión ordenada de políticas académicas sostenibles.  

La organización de los gremios de profesores, el peso de las influencias de las carrearas profesionales y las limitadas influencias, debido a los pocos desarrollos de la investigación, han pesado en las distribuciones de horas en función de las asignaturas de carrera.

Pero en toda esta historia no existe ni por asomo la idea básica de que la filosofía está inserta en el desarrollo de todas las disciplinas ligadas a las profesiones. Bastaría referir como punto de partida el hecho de cómo es que no se puede prescindir de la filosofía en el seno mismo de todas las disciplinas mediante una tarea central denominada epistemología de la historia, de la sociología, de la economía, la biología, etc., etc. Y no se trata de argüir un rogatorio a la burocracia para que se apiaden de la filosofía sino de identificar las vías en curso. 

Lo anterior toca problemas que merecen ser debatidos. Pero hay cuestiones de mayores repercusiones que no deben omitirse porque atañen a la investigación en todos los campos como las neurociencias que investiga Antonio Damasio en la Universidad del Sur de California en cuyo equipo participan filósofos. 

Pero alguien podría ser aún más exigente ¿cuáles serían aquellos problemas específicos que demanden filósofos? Hay capítulos o áreas que exigen mayor grado de rigor como por ejemplo el planteamiento de problemas. Es a todas luces un descuido evidente que algunos manuales de investigación difundidos no incluyan en su cometido la teoría de los problemas pertinentes para la investigación. Una omisión que los manuales más acreditados difunden o en el mejor de los casos lo reducen a preguntas. 

¿Es posible pasar por alto una cuestión central como la pregunta elemental qué cosa o qué es eso que se investiga? Se investigan problemas. Problemas pequeños, problemas grandes, problemas conceptuales y problemas prácticos, etc. 

Es que la tarea medular de la investigación es abordar problemas en un cometido que no puede prescindir de la filosofía. La historia de la ciencia está llena de ejemplos como en el caso de las fecundas discusiones en torno a la causalidad, la regularidad, la prueba, la demostración, la argumentación y el mismo debate que está lleno de argumentos basados en la razón y la prueba. 

Ocurre que, por ejemplo, muchos abogados tratan el asunto de la argumentación como juego de palabras efectistas y sofísticas sin aportar pruebas demostrables y contrastables. Esta es una cuestión central en que la filosofía no solo está comprometida como enfoque y como postura sino como herramienta de análisis riguroso. 

Lo que ocurre y ha ocurrido en lo que va desde el siglo XX es que las ciencias naturales y lógico-formales han llevado la delantera mientras que los filósofos profesionales, ganados por el positivismo, el idealismo y la hermenéutica, se han alejado de las investigaciones científicas para caer en la especulación posmoderna y las ideologías de moda. 

El pasado y el futuro de la filosofía no tiene que vérselas alejadas de las ciencias violando los principios elementales de la unidad y la sistematicidad. Es lo que ha ocurrido por ejemplo con el pensamiento habermasiano por dedicarle sus mejores esfuerzos a la ciencia como ideología y la “teoría de la acción comunicativa” sin teoría y ni acción. 

La Universidad de San Marcos tiene una tradición tal que atrae a profesores de distintas vertientes. Lo deseable es que se recobre y fructifique las mejores tradiciones dejadas por Augusto Salazar Bondy, José Antonio Ruso Delgado, Víctor Li Carrillo y otros para continuar su impronta que de seguro no es la hermenéutica posmoderna. 

No es difícil aventurar la hipótesis de que la filosofía extrañada de las ciencias dejará de tener futuro para animar la crítica y el debate como un quehacer fecundante.

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El análisis y las expresiones vertidas son propias de su autor/a y no necesariamente reflejan el punto de vista de EL PERFIL
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Colaborador de EL PERFIL
Profesor en Filosofía y Ciencias Sociales. Magíster en Docencia Universitaria y Doctor en Ciencias de la Educación. Ha editado más de 400 títulos.