Después de la protesta exitosa el 19, ahora se anuncia una marcha nacional contra la dictadura de Dina Boluarte para el sábado 22. Esto quiere decir que la protesta del miércoles fue un éxito. Pero los titulares y las notas de prensa con cierta tranquilidad y otros con desconcierto salen a decir que aquí no ha pasado nada. Como que si la realidad y los hechos fueran lo mismo de siempre. Son los diarios, las clases medias limeñas y la voz no dicha de los empresarios. El reporte del ministro del Interior con recuento de 8 heridos, 6 detenidos y ausencia de daños materiales y un enorme despliegue policial para pontificar obviedades “este país quiere trabajar”. ¿Que la vida seguirá igual y más tarde bastará que salga el Ejército y reprima con bala?
La ceguera de la derecha y los burócratas de turno muestran que las lecciones no se han aprendido y están muy lejos de responder a las exigencias de la vida actual. Solo cuando intuyen el peligro de sus intereses, trastornados por el odio, se llenan de crueldad y comienzan reprimiendo y siguen reprimiendo para acabar en matanzas. Ese escenario inenarrable se repite, pero la historia enseña que los justos reclamos a veces exigen cuotas mayores y estos movimientos volverán a enseñar.
Es cuando la historia materia, el de los hechos irrepetibles, se encuentra con la historia y el conocimiento, es decir, con lo que dicen los libros. Los movimientos enseñan a los que quieren ver, oír, leer y prefieren aprendizajes largos y algunas veces arduos que las comunidades y los amplios sectores lo saben, felizmente. Los que esperaban violencia para reprimir sin pudor y calmar las demandas a sangre y fuego están frustrados.
¿Que no hay novedades y que no pasa nada? Se está suscitando un giro de época que comenzó con la desconcentración de los liderazgos. La concentración y la difusión de las demandas desde Lima donde “no pasa nada” ha cambiado los pivotes a las provincias donde existen liderazgos intelectuales nuevos y movimientos con vigor y futuro. La presencia activa de las mujeres que si uno se detiene a escucharlas durante algunos minutos dejan emociones pensadas y sufridas en carne propia. De modo que hay novedades que los medios y las neuronas encapsuladas en Lima no las entienden. ¿Acaso ayer nomás no requerimos apoyos del Norte y del Sur para dar la batalla por la Independencia? Nos desconectamos del mundo digital por voluntad de las élites y nos conectamos al mundo financiero por eso mismo. El olvido y la falta de ubicación y contextualización de los políticos es penoso.
¿Hacen falta más datos y señales? Les alboroza la disminución de la contundencia del paro y de las movilizaciones a los que piensan que las desigualdades abismales pueden eternizarse y a los que atizan que los cambios en política dependen del control policial y el Ejército. Que finalmente bastan los periódicos para adormecer las neuronas y los llamados del prelado para contentar y frenar la búsqueda de una sociedad democrática, con derechos y libertades básicas. Esta vez el ruido y las voces vienen desde el escenario de los protagonistas a quienes se les llama la “periferia”. Hay un cambio de centro. ¿Cambio de centro? ¿cómo es eso? Es algo que los sabelotodo no quieren ni pensar ni entender.
No son las voces y movimientos de las “provincias”, señores. Es el clamor del Perú esencial, es decir, el Perú integral. El País. Allí donde se están gestando los movimientos de cambio, allí donde existen pensadores desoídos y muchas veces ninguneados. El paro ha sido un impuso nuevo desde donde se le mire y desde donde puede ser mejor observado por quienes desde las ciencias sociales renovadas y la filosofía racional y realista puedan ensayar nuevas formulaciones.
Algunas conjeturas razonable conducentes a buscar explicaciones orientadoras y nuevas escenarios.
- Estamos frente a cambio epocal generadora de nuevas ideas y nuevos rumbos en busca de la democracia.
- Son las regiones los pivotes de los nuevos movimientos en buscar de nuevos actores y nuevas alianzas.
- Los protagonistas tienen nombres, regiones geográficas y sociales que aprenden de todas las movilizaciones suscitadas.
- Los nuevos movimientos no van a la zaga de la tradición política y los caudillos extintos. Los partidos políticos han muerto y están periclitando las alianzas y los intercambios de favores.
- Las dirigencias regionales están fraguando en la perspectiva de cambio al compás de sociedad cada vez más resiliente.
- Los renovados esfuerzos por pensar el Perú y las nuevas hornadas en busca de acceso a la política, a la justicia, a la cultura y la ciencia es un camino comenzado.
- La búsqueda de desarrollo teórico interdisciplinar podría dar un vuelco explicativo para superar la filosofía de la “tolerancia”. Porque es difícil superar el conformismo de “quiero ser tolerado” cuando de lo que se trata es de pensar que la ética de la tolerancia es la concesión vergonzosa al que excluye y minusvalora.
Hay motivos y razones prácticas para exigir a los científicos sociales un mayor vuelo imaginativo y una mayor responsabilidad.
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