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La era del desorden en un país que no encuentra rumbo

El mundo comienza a dar un viraje, está poniéndose de manifiesto fuerzas inéditas multilaterales que requieren un renovado esfuerzo político que canalice la defensa de los Derechos Humanos.
Lucas Lavado

Cuando los poderes hegemónicos del mundo capitalista destinan todos sus recursos y más todavía en guerras definitivamente desastrosas, cuando el poder norteamericano apoya sin reticencias a un país en perjuicio de otros ocurre un desconcierto generalizado. Cuando se permite un genocidio sin precedentes que Israel perpetra desoyendo el poder norteamericano que más parece autorización surgen dudas razonables. Cuando poblaciones enteras son bombardeada con la pretensión de desaparecer a los palestinos y otras poblaciones, el mundo deja de ser indiferente. Y cuando toda la prensa le destina su labor “creativa” y canaliza los spots publicitarios para difundir el caso Chibolín es que algo malo y muy malo está pasando.

Está ocurriendo que el gran poderío norteamericano utiliza con propósitos bélicos a organismos como la OTAN, en uso de una estrategia global comprometiendo incluso los mejores esfuerzos del mundo europeo, canalizando poderosa propaganda que atiborra de “certezas” al mundo bajo su influencia. Un pequeño país tecnológicamente poderoso utiliza los mayores esfuerzos financieros, económicos e ideológicos violando toda racional ética y práctica sin mucho esfuerzo. El mundo comienza a dar un viraje, está poniéndose de manifiesto fuerzas inéditas multilaterales que requieren un renovado esfuerzo político que canalice la defensa de los Derechos Humanos.  

Y cuando la prensa anquilosada, detenida en el pasado anulando las mentes privilegiadas de las élites de este villorrio es cuando merece llamar la atención de quienes todavía no está contaminados por el negocio. De los que simplemente no quiere abrir las entendederas a la realidad pura y dura agotada en las narrativas del posmodernismo caduco de mala señal. Cuando en una sociedad se privilegia el diletantismo, el desorden, la corrupción el “relato” hueco y la búsqueda de verdades consensuadas es que la prensa de alquiler se pone de moda. Y cuando finalmente diarios progresistas de ayer no observan, ni describen, ni mucho menos explican la barbarie y la corrupción que estamos transitando, poniendo en peligro la seguridad nacional hace falta nuevas conjeturas.  

“Un giro de época” quizá algo comunica, pero dice más si se exclama que este es el desmadre de la clase política, de los intelectuales formados a la sombra del posmodernismo que de mil maneras querían torcer las verdades de hecho y las verdades de razón contratando “maestros” que pasan por las aldeas vendiendo espejos y cacharros poco antes que llegaran la radio y la televisión.   

Así como cuando escuchaban y contritos tomaban nota del desorden impuesto por Fujimori mientras avanzaba rampante el desorden moral y el deterioro irreversible a corto plazo del tejido social, cáfila de gentes a medio hacer metidas a legislar han paralizado a los dicharacheros de siempre, a los oráculos de bajo el puente y al borde de la alameda. Será que los políticos en ristre asistidos por los teóricos posmodernos y los desubicados están pensando subirse al coche del próximo gobierno para desfacer el entuerto. Y soñar que será una tarea fácil es farfullar como el hoy alcalde que pensó “arreglar Lima”.   El desorden moral, cognitivo y práctico ha calado en los intersticios del tejido social. Se necesitará décadas para encontrar el rumbo adecuado y sobrepasar la herencia fujimorista que los congresistas cultivan como un vicio incurable. Es un desorden que escapa a todo control y ningún candidato a la vista, ninguna fuerza articulada antes de las elecciones entiende y supone. Allí están las bandas organizadas de todos los estratos mirados con desdén por los abogados caros, los intelectuales de oficio y por qué no, los adivinos que se pintan para candidatos y ministros.

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El análisis y las expresiones vertidas son propias de su autor/a y no necesariamente reflejan el punto de vista de EL PERFIL
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Colaborador de EL PERFIL
Profesor en Filosofía y Ciencias Sociales. Magíster en Docencia Universitaria y Doctor en Ciencias de la Educación. Ha editado más de 400 títulos.