Donald Trump sigue obsesionado por Irán y su hipotética capacidad de producir armas nucleares. Ahora, en lo que yo denominaría su "diplomacia emocional", quiere impulsar un nuevo acuerdo luego de haberse retirado unilateralmente del iniciado en el 2015.
Su intención es ejercer la máxima presión posible sobre Teherán. Ahora le toca presidir, desde hoy miércoles, una sesión especial del Consejo de Seguridad de la ONU sobre la no proliferación de armas nucleares. En ese mismo recinto el año pasado presionó a Corea del Norte, antes de negociar exitosamente con Pyongyang en los meses posteriores.
Si espera los mismos resultados quizás resulte frustrado pues cada uno de esos conflictos tiene características propias. El programa nuclear iraní se remonta a 1950 cuando este país estaba gobernado por el Sha Reza Pavlevi, socio y amigo de los Estados Unidos.
Cuando en 1979 ocurre la Revolución Islámica, encabezada por el ayatollah Jomeini, Irán se transforma en un país enemigo. A partir de ese momento el programa nuclear iraní pasa a ser una de las preocupaciones centrales de Estados Unidos. Irán siempre ha asegurado, contra la opinión de occidente, que su programa nuclear no tenía fines bélicos.
A partir de 2005, bajo la conducción de Ahmadinejad, se reavivan las sospechas y los temores y se acrecienta la convicción de que Irán era capaz de producir la cantidad industrial de un tipo uranio necesario para la guerra.
En 2013 accede al poder en Irán el moderado Rohani y se abren negociaciones con una estructura particular que da en llamarse 5+1, y que la componen los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, más Alemania.
En 2015 llegan a un acuerdo histórico: Téhéran se compromete, si le levantan las sanciones, a detener (no a suspender definitivamente) su programa nuclear.
En 2018 EEUU se retira del acuerdo. Las razones: Trump pretende que la suspensión sea definitiva, pretende asimismo, que los misiles balísticos iraníes, que tienen un alcance de 2500 kms, sean limitados pues los actuales le dan a Irán un alcance regional que incluye las bases americanas en Arabia Saudi, Medio Oriente e Israel y, finalmente quiere que Irán proceda a un cambio profundo en un rol que EEUU califica de malévolo y desestabilizador.
En suma, no quieren que Irán se comporte como una potencia regional.