Vizcarra no es un hombre de izquierdas, tampoco de derechas. Es un hombre práctico y va por donde el viento sopla más fuerte. Carece de lealtades políticas. Esto lo prueban sus dos reuniones secretas con Keiko cuando ya era presidente de la República, reuniones que la primera dama la dictadura reveló como una forma de venganza; también, su candidatura por el Apra en el 2006 cuando todos sabíamos qué significaba el Apra de AG y sus secuaces.
Vizcarra es un político práctico y él ha permitido que siga adelante la idea de su ministra de Economía de entregarles millones de soles en carretilla a las empresas que han despedido a sus trabajadores en plena emergencia.
Vizcarra cree, en este momento, que está al lado de los que lo ayudarán. No casual que Reactiva Perú le haya dado dinero al grupo mediático más poderoso y a algunas empresas de los millonarios de este país.
Vizcarra no está pensando en la gente que sufre y se arrodilla para que le rebajen el precio de una cama en una clínica. Está pensado en sobrevivir políticamente. Sabe quiénes mandan en estas comarcas, y estos quieren seguir ganando incluso en la emergencia. Por esto, no dejó ir a su ministra de Economía, quien es apenas instrumento de la Confiep.
Nos acercamos al bicentenario con una clase gobernante que en plena emergencia gritó: ¡A reactivar la economía, trabaja y lávate las manos!
A esa clase gobernante no le interesa los cementerios llenos, los hospitales colapsados, el confinamiento con hambre. Quieren dinero. Tienen, pero quieren más dinero.
Esa clase gobernante ahora busca candidato para el 2021. La ministra de Economía, Salvador del Solar, el alcalde payasito de La Victoria son sus primeras opciones. Si estos se les caen, es muy probable que traten de conversar con Urresti o con otro. Así estamos.