El 30 de septiembre de 1879, desde el puerto de Iquique, Miguel Grau Seminario envió la última carta que logró escribir a su esposa. Como dice, “solo cuatro líneas” en las cuales le manda muchos cariños para ella y toda la familia. Además, le pide reserva de su salida al sur junto a la “Unión” para realizar “una corta excursioncita por el sur”. Esa corta excursioncita durará eternamente cuando ocho días después, se enfrente a lo mejor de la armada chilena y la gloria lo encuentre en Angamos.
El 5 de abril de 1879, el gobierno chileno le declaró la guerra al Perú. El conflicto era inevitable. Los intereses económicos y políticos británicos estaban en juego. El salitre era sólo un producto que permitiría al Imperio Inglés seguir controlando los océanos. Una guerra que desnudó a un país que no contaba con una clase dirigente. Sólo caudillos militares que se habían prestado el poder durante casi 50 años. Los civiles sólo los acompañaban desde lejos. En sus curules en el Congreso de la República. Grandes discursos pero pocas decisiones políticas para enrumbar el país.
La carrera militar de Miguel Grau Seminario se inició en 1854 con el grado de Guardiamarina. En 1856 fue ascendido a Alférez de Fragata. Como Teniente Segundo en 1863; Teniente Primero Graduado (1863) y Teniente Primero Efectivo en 1864. Un año después fue nuevamente ascendido Capitán de Corbeta. Capitán de Fragata (1865); Capitán de Navío Graduado (1868) y Capitán de Navío Efectivo en 1873. El 26 de agosto de 1879 (en plena Campaña Marítima) alcanzó el grado de Contra Almirante. Así, en 25 años de vida militar, Miguel Grau se convirtió en el oficial más importante del Perú para dirigir la Campaña Marítima.
En 1878, Miguel Grau presentó la Memoria al Supremo Gobierno sobre las condiciones de nuestra armada. En ella menciona las características de nuestros buques de guerra. La Blindada Independencia (construida en Londres en 1865); el Monitor Huáscar (Londres 1865); el Monitor Atahualpa (Estados Unidos 1864); Monitor Manco Cápac (Estado Unidos 1864); Corbeta Unión (Nantes 1864); Cañonera Pilcomayo (Londres 1874); Fragata Apurímac (Londres 1854) con casco de madera. Además, los transportes: Limeña (Glasgow 1860); Chalaco (Glasgow 1863); Talismán (Glasgow 1871); Mayro (Estados Unidos 1861); el Vapor Tumbes (Londres 1854); los Pontones Loa (Londres 1854) y Pachitea (Estados Unidos s/f). Del Monitor Huáscar, Miguel Grau informó: “Este buque no puede considerarse entre los de primer orden; sin embargo, su gruesa artillería, el poco blanco que presenta y sus condiciones marineras equilibran, en cierto modo la fortaleza de otros modernos”. Fue en ese buque que no era de primer orden, que Miguel Grau escribirá una de las páginas de gloria en defensa del país. Lo tomó como suyo y lo hizo alcanzar la inmortalidad.
Ese 8 de octubre de 1879, en el Combate de Angamos, Miguel Grau Seminario no estuvo solo. Una generación de grandes hombres lo acompañó en su encuentro con la gloria. Su secretario, Capitán de Fragata Graduado Manuel M. Carvajal, y su Comandante de Guarniciones, Sargento Mayor José M. Ugarteche, estuvieron con él hasta el final. Además, sus Oficiales de Guerra: Capitán de Corbeta Elías Aguirre; Teniente Primero Diego Ferré; Teniente Primero Graduado Pedro Gárezon; Teniente Primero Graduado José M. Rodríguez; Teniente Segundo Enrique Palacios; Teniente Segundo Graduado Gervacio Santillana; Teniente Segundo Graduado Fermín Diez Canseco; Alférez de Fragata Ricardo Herrera; Capitán Graduado de Infantería Mariano Bustamante y Capitán de la Columna “Constitución” Manuel Arellano. Quienes junto a los Oficiales Mayores: Cirujano Mayor Dr. Santiago Távara; Cirujano de 1ra. Clase Dr. Felipe M. Rotalde; Contador Juan Alfaro y el Practicante de Medicina José I. Canales, se mantuvieron firmes en el mando del Huáscar, cuando en pleno combate, una bomba destrozó la torre mayor e inmortalizó a su Comandante General.
Junto a ellos, también se encontraba la marinería: Aniceto Rivas; Pedro Unánue; Máximo Rentería; Nicolás Bonilla; José Suárez; Santos Beltrán; Pedro Rodríguez; José Velásquez; Aparicio Robles; Juan Manuel Cruz; Mercedes Carrasco; José Félix Torres; Andrés Araujo; Jacinto Medina; Manuel Maldonado; Tomás Esteves; Mariano Portales; Lorenzo Villarosa; Feliciano Gonzales; Tomás Godos; Anselmo Cambas José Aniceto; Manuel Piminchumo; Francisco Cáceres; Ventura Díaz; Nicolás Pérez; Alcides Gutiérrez; José Valdivia; Juan García; Manuel Ucañan; Juan Aguirre; José Calvo y Williams Mc Carthy. Y, entre los aspirantes de marina se encontraban: Carlos B. Tizón; Federico Sotomayor; Conrado Villavicencio; Manuel Villar; Domingo Valle Riestra; Daniel S. Rivera; Brener E. Bueno y el niño de 14 años Manuel Elías Bonnemaison.
En 1942, el periodista Alfonso Tealdo logró entrevistar a Manuel Elías Bonnemaison, quien a la pregunta “¿Cómo era el Huáscar?”, contestó: “Pequeño, con solo dos cañones de cargar por la boca. La torre dentro de la cual giraban era movida a mano. Su blindaje era de cuatro pulgadas y su andar de 12 millas por hora. No podía disparar ni para adelante ni para atrás, pues lo impedían el castillo de proa y la toldilla de popa”. Las condiciones del Monitor Huáscar no eran las más óptimas para enfrentar a la poderosa escuadra chilena. Miguel Grau lo sabía. Su tripulación lo sabía. Pero, ese 8 de octubre de 1879, el Monitor Huáscar fue el más grande buque de guerra que la historia naval universal haya conocido. Mientras, Miguel Grau Seminario se convirtió en la piel de los millones de peruanos que lo esperaban ver volver victorioso. Es en Angamos donde el mar se tiñó de su sangre. Se tiño de la sangre de los valerosos marinos peruanos que no se dejaron vencer fácilmente. Escribieron una de las páginas de sacrificio y entrega más hermosas de la historia mundial. El Combate de Angamos se perdió, pero hoy todos comentan la valentía de esos hombres sobre cubierta. Hombres que sólo fueron a dar una corta excursioncita por el sur.