A la edad de 15 años, huyó de la persecución nazi para hacer su destino en los Estados Unidos donde ha desempeñado cargos públicos decisivos. A sus cien años, el científico social y político de origen judeo-alemán entrega este libro que puede ser leído con interés y destreza crítica cribando datos y circunstancias históricas. Sus otros libros importantes son China (2013) y Orden mundial (2016). El que se reseña tiene 645 páginas en torno a seis líderes importantes que “llevaron a sus sociedades hasta la frontera de los posible”.
La premisa conceptual del que parte es que sin “liderazgo, las instituciones pierden rumbo” y es la “comprensión intuitiva de la dirección que debe seguirse la que permite a los líderes fijar objetivos y establecer una estrategia”. Tarea decisiva que exige a los gestores y visionarios conocer la historia sin perder de vista la verdad donde es menester distinguir la verdad histórica de la verdad científica. Es crucial distinguir ente lo deseado y lo inevitable.
Konrad Adenauer. La estrategia de la humildad
Canciller alemán que lideró la política internacional de su país en horas difíciles. Después de la derrota en las guerras mundiales la “tarea de devolver la dignidad y la legitimidad a esta sociedad machacada recayó en Konrad Adenauer [alcalde de Colonia por más de 16 años] antes de que Hitler lo destituyera”. “La visión que había tenido Adenauer dentro de una Europa unificadora se cumplió durante la cancillería [de] Helmut Kohl”.
Charles de Gaulle. La estrategia de la voluntad
Un perfil construido lo presenta como enigmático y distante. Conocedor del trabajo “académico” de Kissinger a quien desde el inicio de su encuentro le inflige preguntas que lo pone entre las cuerdas en una visita como asesor de Nixon. En su intento de despejar el “velo” que lo cubría, llega al esbozo de “una figura solitaria, alguien distante, profundo, valiente, disciplinado, inspirador, exasperante, comprometido por completo con sus valores y su visión y que se niega a que la emoción personal los atenúe”.
Richard Nixon. La estrategia del equilibrio
“Uno de los personajes más controvertidos de la historia de Estados Unidos y el único que se vio obligado a dimitir del cargo”. Sostiene el autor que ahora “con noventa y nueve años no vuelvo a Nixon para revivir las controversias de hace medio siglo”. Es más enfático aún: “Hoy en día medio siglo después de la presencia de Nixon, estos impulsos han llevado a Estados Unidos a una situación que resulta sorprendentemente similar a la que Nixon heredó a finales de la década del 60” y “necesita una flexibilidad nixoniana”.
Anwar Sadat. La estrategia de la trascendencia
“Sadat sumaba unas cualidades humanas extraordinarias: fortaleza, empatía, audacia y una gravedad al mismo tiempo práctica y mística”.
“No vivió para ser testigo de la devolución del por parte de Israel que él había propiciado. Las casas de rezo que había imaginado en el Monte Sinaí todavía no se han construido. Su visión de paz aún espera su encarnación”.
Lee Kuan Yew. La estrategia de la excelencia
Primer ministro de Singapur. Su primer ministro desde 1959 cuando en el ocaso del Imperio británico la ciudad obtuvo su autonomía. “Los logros de Lee fueron distintos de los otros líderes que se abordan en este libro”.
“Cuando se convirtió en líder de un Singapur independiente, en agosto de 1965, se hizo cargo de un país que nunca antes había existido y, por lo tanto, no tenía más pasado político que el de súbdito imperial”. Para esta empresa excelencia era la palabra.
Margaret Thatcher. La estrategia de la convicción
“Pocos líderes definen la época en la que gobiernan” porque fue “para Estados Unidos un socio fiable durante los últimos años de la Guerra Fría”.
“Pero su excepcional dureza con un atributo pasado por alto, pero que era la esencia de su liderazgo: el amor por su país”.
Conclusión
La meritocracia y la democratización permiten entender que “los aristócratas no pensaban que hubieran adquirido su estatus gracias al esfuerzo”. Lo singular es que los líderes descritos en este libro no proceden de las clases altas en tanto que sus “orígenes humildes les permitieron desafiar las categorías políticas convencionales de insider y outsider”. Todos ellos poseían, franqueza, aguda percepción de la realidad y poder al mismo tiempo que audacia.
Kissinger toma el apunte de las preguntas que le planteó Konrad Adenauer tres meses antes de su muerte: “¿Todavía hay líderes capaces de llevar a cabo una verdadera política de gran alcance? ¿Sigue siendo posible hoy un verdadero liderazgo? Lo real y concreto es sin duda que el líder no puede elegir las circunstancias externas, en cambio sí cómo responder a ellas. No es difícil adivinar por qué carecemos de líderes.