La mandataria Dina Boluarte resaltó en varias oportunidades durante la campaña electoral del 2021 que el exdictador Alberto Fujimori fue un corrupto que competía en las grandes ligas del mal.
Tenía razón Boluarte porque Fujimori, según Transparencia Internacional, fue el exmandatario más corrupto de América y que estaba en la lista adornada por Mohamed Suharto de Indonesia, Ferdinand Marcos de Filipinas y Mobutu Sese Seko de Zaire.
Boluarte, sin embargo, cambió y ahora se parece más a una seguidora albertista y desde el débil Palacio de Gobierno ha decretado por todo lo alto tres días de duelo nacional por la muerte de Fujimori ocurrida en casa de Keiko el miércoles.
Pudo haber decretado un solo día, pero ella prefirió tres. No solo eso: fue al velorio de Fujimori en la sala Nazca del Museo de la Nación y estuvo extremadamente seria y aturdida frente al féretro y lo que más llamó la atención fue el intenso abrazo a Keiko, como si se rindiera ante la que manda.
No dejan de tener razón quienes señalan que las acciones de Boluarte se deben al temor a Keiko, porque la ahora lideresa máxima del fujimorismo es quien maneja el Congreso y es el Parlamento el que sostiene este gobierno cuya legitimidad es casi nula.