El modelo de construcción de los Juegos Panamericanos, que se desea emplear en la Reconstrucción con Cambios, no ha sido la panacea como lo publicita el Gobierno. Señalemos algunos problemas.
En primer lugar, en la Villa Panamericana se adjudicó a las Fuerzas Armadas las tareas de remoción de suelos, reduciendo costos utilizando a los soldados como mano de obra barata y quitándole el trabajo a los verdaderos obreros de construcción civil en una etapa de creciente desempleo y pobreza. Así, el Gobierno de Pedro Pablo Kuczynski impulsó el intrusismo e incrementó la informalidad y el desempleo en el sector.
Un segundo problema se encuentra en la "construcción en tiempo récord". Aquí debemos señalar que hubo obras en San Juan de Miraflores, Villa María del Triunfo y Villa El Salvador inconclusas después de que los Panamericanos habían culminado, por lo que no es verdad que se haya cumplido con los tiempos y sea un ejemplo de eficacia.
Es cierto que los Juegos Panamericanos y Parapanamericanos nos han dejado la alegría de las victorias, pero no es ético utilizar estos logros de personas particulares para endosarlos como éxitos a la cuestionable gestión constructora que lideró Carlos Neuhaus junto a sus asociados ingleses. El Perú suscribió con el Reino Unido, un nuevo modelo de contrato: el New Engineering Contracto, o también llamado NEC.
Un tercer punto es el reportado en las viviendas de la Villa Panamericana, donde la inversión bordea los 405 millones de soles. Y aquí el problema reside en los sobrecostos en la construcción.
Alrededor de S/ 2,700 cuesta el metro cuadrado de un departamento en Villa El Salvador, pero en la Villa Panamericana, se ha estimado que tan solo para recuperar lo invertido debería venderse a S/ 4,900 el metro cuadrado de los departamentos construidos. Es decir, culminó con un sobrecosto total de 221 millones de soles, siendo este el espacio donde se utilizó soldados en vez de trabajadores de la construcción para ahorrar dinero.
Acelerar la construcción duplicando los costos no es el camino. Los trabajadores de la construcción queremos obras, pero sin corrupción ni despilfarro del dinero público.
Las incongruencias, que saltan a la vista, en los resultados de la construcción deben ser investigadas, y de ninguna manera tomarlo como un gran éxito y trasladarlo a la reconstrucción del norte del país. Más transparencia, señores del Gobierno.