Óscar Ugarte juró esta mañana como nuevo ministro de Salud, luego de que su predecesora, Pilar Mazzetti, renunciara ante la presión insana del Congreso; y es que el Parlamento, en su afán obstruccionista, tenía ya lista una moción de censura para descabezar al Ministerio de Salud. La grave denuncia que generó esta nueva turbación implica el supuesto aprovechamiento del expresidente Vizcarra para ser vacunado contra la COVID-19, en su fase experimental y de manera irregular, con la vacuna de Sinopharm. Mientras tanto, la segunda ola embiste brutalmente y deja muerte y desesperación a su paso.
CRISIS POLÍTICA (otra vez)
El meollo del asunto inicia el 1 de octubre del 2020, con la llamada y posterior reunión en Palacio del entonces presidente Vizcarra con Germán Málaga, el jefe del ensayo clínico de las vacunas de Sinopharm en la Universidad Peruana Cayetano Heredia.
Según el registro de visitas del Despacho Presidencial, el investigador ingresó a las 5:04 de la tarde del mismo día. Fue allí, donde acordaron, a través del pedido expreso del exmandatario, que al día siguiente Vizcarra fuera inmunizado con la primera dosis de la vacuna china, misma que se encontraba a disposición de la UPCH, encargada de los ensayos clínicos.
El 2 de octubre, Vizcarra recibió la primera dosis de Sinopharm en Palacio de Gobierno, en una reunión que consta en el registro de visitas y que se dio a las 9:37 de la mañana. Málaga esta vez estuvo acompañado de una enfermera de apellido Castillo. Ambos se presentaron por última vez en Palacio de Gobierno el 29 de octubre, día en que el exjefe de Estado recibió la segunda dosis.
La exprimera dama, Maribel Díaz, también recibió ambas dosis en Palacio de Gobierno, mas no se conocen las fechas de dichas inoculaciones.
El último jueves, el candidato al Congreso de Somos Perú manifestó que había "tomado la decisión ‘valiente’" de ser parte de los voluntarios que se enlistaron para los ensayos clínicos de la vacuna. La primera dosis, según él mismo, le fue aplicada el 2 de octubre y debido a la confidencialidad del ensayo, prefirió no hacerlo público, además indicó que desconoce si recibió una vacuna o un placebo. Sin embargo, esta afirmación sigue siendo imprecisa, pues hay muchos factores que indican lo contrario.
Una fuente de primera mano consultada por "Perú21" afirmó que "el presidente sabía que lo que se le iba a poner no era un placebo, sino la vacuna que se había reservado para los médicos que iban a monitorear el ensayo clínico".
Según dicha fuente, no hay documentos que sustenten un ensayo clínico, pues Vizcarra no se sometió a este. Otras fuentes del diario "El Comercio" confirmaron que Vizcarra había recibido una "vacuna para consultantes". De acuerdo con esas fuentes, Vizcarra, incluso, se hizo tomar fotos luego de ser inoculado, porque tenía una reunión con Xi Jinping, el presidente de China, y quería que sepa que había sido vacunado con la dosis de Sinopharm.
CITACIÓN E INTENTO DE CENSURA
Por la tarde del jueves 11 de febrero, el Congreso convino citar a la premier Bermúdez, para que les explique (?) lo sucedido con Martín Vizcarra, a pesar de que la premier actual no tuvo ninguna relación con el suceso, y a la exministra de Salud, Pilar Mazzetti, pues consideraron que ella estaba enterada de la inoculación irregular de Vizcarra, mas ella lo desmintió argumentando que no era la médica de cabecera del expresidente.
Durante el debate que duró más de tres horas, se oyeron gritos que pedían expresamente la renuncia y/o censura de la ministra de Salud. La intervención de Wílmer Bajonero, de Acción Popular, por ejemplo, demostró que querían la cabeza de Mazzetti: "Señora ministra, ¿por qué no renuncia? Hágale un favor al Perú. Ya cumplió su ciclo"; o la de César Combina de APP, quien pidió la lista de beneficiados de las dosis de vacunas recién llegadas y cuando Mazzetti explicó que eso no era posible por la protección de datos personales, Combina sacó los dientes: "(…) amerita una censura. Una censura que, de verdad, el gobierno debe de pensar claramente, porque es indignante".
Además, hubo pedidos incoherentes, como el que solicitaba que Mazzetti le entregue al Congreso la base de datos de los participantes de los ensayos clínicos; lo que es ilegal por la confidencialidad médica y, además, es absurdo pues los ensayos fueron monitoreados por la UPCH y la UNMSM, no por el Ministerio de Salud.
Para asistir al debate, que parecía más un espectáculo circense, Mazzetti tuvo que dejar reuniones de coordinación sobre la campaña de vacunación, y salió del Congreso presionada y con amenazas de censura.
Ya sabemos en lo que terminó todo este embrollo. Al siguiente día, estuvo circulando un documento premonitorio: una moción de censura que pretendía dejar acéfalo al Ministerio de Salud y a la lucha contra la COVID-19. Después de esto, por la noche, Mazzetti envió su carta de renuncia al presidente Francisco Sagasti, quien la aceptó e inmediatamente anunció que al siguiente día juramentaría al nuevo y actual ministro de Salud: Óscar Ugarte, quien vuelve a asumir este puesto después de casi diez años.
Mazzetti deja su cargo en plena campaña de vacunación nacional y luego de haber participado en dos gobiernos distintos y haberse negado a formar parte del gabinete usurpador, del breve Merino. Durante su gestión se lograron los acuerdos que permitirán la llegada de las vacunas a lo largo del año.
Durante su gestión también ha habido graves denuncias de descoordinación en el proceso de vacunación a la primera línea de lucha contra la COVID-19; durante su gestión, no se tomaron medidas adecuadas para la llegada de las celebraciones de Navidad y Año Nuevo, lo que ocasionó que la segunda ola llegara más pronto; ni se tomaron mayores medidas para el abastecimiento de oxígeno, ni se implementó el rastreo de casos, ni se transparentaron completamente las cifras del MINSA.
En fin, había muchas razones para cuestionar su labor y sus decisiones, y quizás incluso algunas de ellas, las más graves, pudieron haber propiciado su caída. Sin embargo, el motivo que la llevó a dejar el cargo fue tremendamente absurdo y banal. Como siempre, el Congreso vuelve a mostrar su peor cara en el peor momento.
UGARTE, EL QUINTO EN MENOS DE UN AÑO
Ugarte es el nuevo ministro de Salud, el quinto en menos de un año, lo que no habla nada bien de nuestra estabilidad política ni sanitaria. En plena emergencia cruenta, Óscar Ugarte, médico y político de larga trayectoria, estuvo en Iquitos, ejerciendo como gerente general de Operaciones de EsSalud; allí, en primera línea de lucha contra la COVID-19, se contagió y fue internado en el Hospital Rebagliati.
Ugarte tiene hoy 76 años. Durante el gobierno de Alan García, entre octubre del 2008 y julio del 2011, ejerció como ministro de Salud, y antes había sido viceministro de la misma cartera, durante la gestión de Alejandro Toledo.
En su paso por la cartera de Salud, se introdujeron las vacunas contra la neumonía, hecho que fue clave en la reducción de muertes infantiles por este motivo. También fueron traídas las vacunas contra las diarreas graves causadas por el Rotavirus. Y, claro, también se dio el proceso de vacunación contra la Influenza AH1N1, en la que se consiguió inocular 3 millones de dosis contra esta enfermedad.
Ugarte firmó la Resolución Ministerial que indicaba que, desde entonces, el suministro de oxígeno medicinal debía contar con una concentración mínima del 99% de pureza. Esto generó que dos grandes empresas tuvieran el monopolio del oxígeno durante largo tiempo, hasta que el año pasado, obligados por las largas colas y el desabastecimiento, el gobierno emitió el Decreto de Urgencia N° 066-2020, en el que señalaba que excepcionalmente se autorizaría el uso del oxígeno medicinal con una concentración no menor al 93%.
Con respecto a esto, Ugarte manifestó, en RPP Noticias, que la norma que definía en su momento que el oxígeno medicinal era del 99% había sido, "sin duda", un error. "No estaba claro a nivel internacional cuáles eran los estándares", afirmó. Valdrá la pena esperar qué acciones tomará en relación con el desabastecimiento de oxígeno, en la mitad de la segunda ola, que ataca con fiereza.
CRISIS SANITARIA
La crisis política generada por los mismos conspiradores de siempre se vuelve a juntar con la crisis sanitaria atroz que atraviesa el Perú: en el mismo momento en que Mazzetti renunció, el país acababa de superar el promedio diario de fallecidos por toda causa de la primera ola, según las cifras del SINADEF; las hospitalizaciones, asimismo, ya superaron el pico de ocupación de la primera ola. Y es que la segunda ola nos está revolcando en un mar de angustia y muerte.
Tal solo ayer, el Minsa registraba 210 fallecimientos en las últimas 24 horas, mientras que el SINADEF mostraba el impacto real de la COVID-19 en el Perú: 667 muertes. Y esto, ocasionado por las diferentes variantes que se pasean y se transmiten a cada momento.
Nuestro sistema de salud con las justas aguanta, está al borde del colapso, es casi un cuerpo inerte ya; y, sin embargo, pasamos de una crisis a otra, de un ministro a otro, como si las vidas de miles de peruanos no importaran.