Este artículo es de hace 3 años

Niebla: Las cuatro estaciones de Laura

JORGE MILLONES señala que Laura Arroyo inició un viaje sonoro, una exploración espiritual e introspectiva cuyo destino ha sido su primera producción llamada "Niebla".

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Las canciones que se producen en pandemia son heroicas. Por más intimistas que sean, en las actuales circunstancias son obras que remiten a ese espíritu de resistencia vital y colectiva, a esa pulsión de vida que palpita en el mundo entero y que es el sustrato de nuestras esperanzas. Premunida de ese espíritu de resistencia la cantautora Laura Arroyo inició un viaje sonoro, una exploración espiritual e introspectiva cuyo destino ha sido su primera producción llamada “Niebla”.

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Hermoso título para una exploración artística del espíritu en las actuales y duras circunstancias. Hace falta mucho coraje para adentrarse en la densa niebla de nuestro tiempo sin mapas, sin referencias y solo con la tenue luz de las canciones.

Laura Arroyo en las postrimerías del 2020 nos regaló una antorcha, un disco conceptual riquísimo en poesía, en historias, en enfoques y seleccionando lo mejor de las sonoridades contemporáneas para comunicarse. En una época en la que las canciones se consumen a destajo, en la que los conceptos son destazados a gusto y criterio del oyente/consumidor para rellenar los caprichos de su playlist, persistir en una obra conceptual, es de rebeldes.

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El disco no abre con una canción, es una intervención poética y eso me parece fantástico porque de entrada nos dice que este trabajo de ninguna manera es “música de fondo”, es un concepto que “habla” a través de la música y que intercala muy bien poemas/reflexiones/confesiones con canciones.

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Para esto, Laura convocó las voces de 4 mujeres, de 4 vidas muy potentes que se hacen cargo de ponerle materia y color a las historias. La española Laura Casielles y las peruanas Micaela Távara, Gabriela Wiener y Claudia Blanco. La sororidad fluye con el arte, con las historias, con una mirada feminista y dulcemente política que recorre todo este trabajo, pero con fina sutileza, sin caer para nada en el “evidente panfleto”. Y ése es el enfoque que me gustaría resaltar, porque me parece un gran aporte en nuestros días.

Y arrancan las estaciones de Laura con “Invierno”. Una canción que nos introduce en la temática del disco, una suerte de presentación del personaje, de la voz que transita y cuenta estas historias. Una voz que a ratos es tímida y también decidida, sugerente a pesar de la nostalgia, una voz que sigue adelante a pesar de la reconocida añoranza.

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Son interesantes las secuencias y la percusión menor cuando dialogan con el piano en “Invierno”. Minimalismo percutivo que en la parte final revientan con la batería, el teclado y la guitarra eléctrica. La característica voz susurrante de Laura es exigida para la coda, cerrando este “Invierno” a gritos que se van alejando en la mezcla.

Y a modo de “Primavera”, Laura Arroyo decidió regalarnos “Las no respuestas”. Un tema refrescante musicalmente, pop/rock contemporáneo dentro de un formato clásico (batería, pandereta, guitarras y bajo). Es un tema que apuesta por la ventura, de saltar a pesar de la incertidumbre, a pesar la “normalidad” del mundo, es una invitación a superar la inamovilidad existencial de algunas preguntas que la vida nos plantea y de la complejidad de algunas decisiones. En fin, es una apuesta por la acción para salir de la niebla y de los miedos de la vida posmoderna.

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“Si vas a luchar” es un son militante por la causa feminista. Y representa muy bien aquí el “Verano”. Laura Arroyo reflexiona sobre la necesidad de las mujeres de unirse a pesar de las diferencias, porque la lucha es una sola y las incluye a todas. Es un sabroso alegato a la terquedad.

Es un son moderno, con batería, percusión y teclados. La guitarra eléctrica se encarga de los solos y por ratos nos evoca a los arreglos de Carlos Santana cuando sus endiablados punteos eléctricos viajaban entre cencerros y huiros caribeños.

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Cierra la producción mi tema favorito, “Migrar”, que aquí representa al “Otoño”. Una canción nostálgica que nos habla de esos desplazamientos que tenemos que hacer para cerrar procesos, sellar el pasado y poder seguir adelante. No necesariamente es la canción de los balances, pero sin una confesión sincera de cómo se ven las cosas desde este lado del adiós, para finalmente, seguir siendo nosotros mismos y seguir nuestro camino.

Guitarra acústica de metal tocada con sutileza, ciertos toques de jazz y soul, un bajo moderado y pertinente, punteos de guitarra eléctrica nada invasivos, batería tocada con plumillas para acariciar el alma. Es mi canción favorita del disco.

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Hay que felicitar la producción musical de David Martín y Gabriel Arévalo, la masterización de los estudios Holzmasters (Chile), la fotografía de Andy Martínez y el diseño de Vanesa De la Torre.

Este lanzamiento asimismo no hubiera sido posible sin el apoyo de Gustavo De la Torre. A todas ellas y ellos, les agradecemos haber hecho posible este sueño musical de Laura Arroyo que estábamos esperando hace rato.

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Muy contento por esta entrega musical, solo lamentamos que esta pandemia no permita un concierto de lanzamiento, pero como dijimos al comienzo, las canciones que se lanzan en pandemia son heroicas, sirven para resistir y este disco, es una antorcha para transitar nuestra propia niebla.

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